Sin respuestas

Joaquín Amills PRESIDENTE DE SOS DESAPARECIDOS

GALICIA

19 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Todos pasamos primeros aniversarios. Sobre todo el de personas que queremos y fallecen. Sin embargo, hay una diferencia cuando ese ser querido desaparece, porque te quedas en nada. No tienes la verdad, te faltan las respuestas a las preguntas cómo, cuándo, dónde y por qué, cuestiones que siguen martilleándote durante todo el año.

Cuando llega la fecha de la desaparición de un hijo, de una hermana, de un padre, de una madre, no es que sea terrible ese día: emocionalmente te vienes abajo semanas antes. Tienes pánico y miedo de que llegue, porque significa que ha pasado un año sin saber la verdad, un año de estar todos los días preguntándote, esperando una llamada o una noticia.

Esa fecha es como una losa, que te pesa de manera terrible. Te marca un antes y un después. ¿Voy camino a un año o ya ha pasado? Por mi experiencia, ese día es abrumador. Tienes el corazón roto en mil trozos, te come las entrañas, todo se viene abajo. No dejas de recordar ese momento en el que echaste a faltar a esa persona. En tu mente está ese último instante, cuando aún no desconocías el dolor que sufrirías y la lucha que comenzarías.

El día del aniversario no tienes ganas de hablar con nadie. No te apetece. Cada recuerdo es como una daga que profundiza más en la herida. Lo único que deseas es que pase el día, que pase y que te deje volver a la lucha. Regresar a lo único que te mantiene con vida, que no es otra cosa que buscar la verdad. No hay palabras que consuelen cuando llega el aniversario, sea un año, dos, tres, cinco o seis. La única palabra que encuentro, la única frase, es que hay que seguir peleando, simplemente porque la persona desaparecida solo te tiene a ti, eres su luz, su esencia. Está en cada poro de tu piel, forma parte de ti, y tienes que seguir por ella.

Esa fecha te marca de una manera tremenda. No te crees que haya pasado un año. Recuerdas la noche de la desaparición y te invade una sensación de miedo, rabia, impotencia y dolor. Ni siquiera llorar te consuela. El problema es que los siguientes son idénticos: el segundo, el tercero, el séptimo... Ese mes empiezas a rodearte de una sensibilidad extrema, todo te afecta. En mi caso, este será el noveno aniversario. Le temo como si se tratase del primero.