«Yo hablaría de adictos al acto de comer»

l. v. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

¿Por qué no pueden parar de ingerir comida compulsivamente algunas personas? El psiquiatra Fernando Fernández Aranda distingue este tipo de comportamiento de otros trastornos alimentarios

02 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

¿En qué medida el exceso en la ingesta de comida provoca una pérdida de control sobre la alimentación? ¿Por qué no pueden parar de comer algunas personas? «Ante situaciones de estrés o estados emocionales negativos hay personas que utilizan la alimentación como válvula de escape porque no encuentran otra forma de digerirlas», asegura Fernando Fernández Aranda, que distingue este tipo de comportamiento de otros trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia. «Intentamos dar con los mecanismos que expliquen estos comportamientos que se dan en gran número en individuos con altos niveles de impulsividad, pacientes que no regulan sus conductas ante estados emocionales negativos o con baja tolerancia a la frustración. Identificamos qué reacciones se producen a nivel cerebral para poder actuar desde un punto de vista clínico introduciendo estrategias específicas: controlar, dilatar o demorar esa respuesta». Para ello se utilizan herramientas como el PlayMancer, un videojuego con finalidad terapéutica que detecta el estado emocional del paciente mientras se divierte y lo redirige hacia zonas de relajación o confort cuando advierte una reacción inadecuada. «Uno de los factores que generan que una persona con obesidad coma más de la cuenta es que no regula adecuadamente emociones como el enfado, la rabia o la ira».

¿Está favoreciendo la industria alimentaria la adicción a la comida? Fernández Aranda no lo cree. «Sí es cierto que hay productos más palatables, diseñados específicamente para que resulten más gratificantes y atractivos, quizás excesivamente atractivos, pero eso no quiere decir que sean adictivos». El responsable de la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Bellvitge, concluye: «Yo no hablaría de adictos a la comida sino de adictos al acto de comer».