
Dejaron vientos de 182 kilómetros por hora, precipitaciones de más de 100 litros por metro cuadrado y más de 1.500 incidencias en apenas 48 horas
05 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Galicia es tierra de temporales. De fuertes rachas de viento, de lluvias intensas y de oleaje. Esos son quizás los tres principales efectos de una ciclogénesis explosiva o incluso de una borrasca, porque a cualquier zona de bajas presiones se la denomina ciclón, mientras que las altas presiones se llaman anticiclones. Este fin de semana se cumplió un año del tren de borrascas Jürgen, Kurt y Leiv que dejaron vientos de 182 kilómetros por hora, precipitaciones de más de 100 litros por metro cuadrado y más de 1.500 incidencias en apenas 48 horas. Los destrozos fueron incontables y se produjeron hasta 180.00 cortes de luz, por no hablar de la reparación de los daños, que tuvieron un coste de cerca de 5 millones de euros. Pero ¿cómo se forman?
«Las borrascas se forman en latitudes medias, en la confluencia entre el aire frío polar y el aire cálido subtropical, que están separados en altura por la corriente en chorro (jet stream). Como la atmósfera es un fluido, a veces estas masas de aire se mezclan, la presión cae en el centro y se forma la borrasca, que, en general, se desplaza de oeste a este. A este fenómeno lo denominamos ciclogénesis, puesto que nace o comienza en el centro de bajas presiones», explica Juan Taboada, de MeteoGalicia. Y añade: «El proceso continúa y la presión en el centro sigue disminuyendo hasta que ya la borrasca está formada. Posteriormente, se debilita y desaparece».
Para que la ciclogénesis sea explosiva, la presión del centro tiene que descender más de 24 milibares en 24 horas. «Las consecuencias dependerán mucho de la trayectoria de las borrascas. El peor escenario se produce cuando pasan muy cerca de Galicia y el proceso explosivo está teniendo lugar. En ese momento, lo más peligroso son los vientos, porque hay un incremento por la pérdida de presión en superficie», comenta. Y ese fue el escenario de las ciclogénesis explosivas que afectaron a la comunidad entre el 2 y el 3 de febrero del 2017 por partida triple, pero sobre todo con Kurt y Leiv.
«Si el proceso explosivo no se produce sobre Galicia, las consecuencias son que el viento, aunque fuerte, no alcanzaría las rachas extremas de fenómenos como Klaus y tendríamos más temporal en el mar y posiblemente más lluvia que cuando la borrasca pasa sobre Galicia», asegura Taboada. Este tipo de fenómeno se forma entre octubre y marzo. A medida que avanza el otoño la radiación solar disminuye y el aire frío va moviéndose hacia el sur, por lo que la probabilidad aumenta. Así que estamos en plena época de ciclogénesis explosivas, sobre todo en los meses de diciembre, enero y febrero. En el Atlántico se forman decenas de ellas, pero lo que no es tan habitual es que afecten a Galicia en su proceso de formación. Algo que suele ocurrir una o dos veces al año. Ahora toca frío y nieve, también fuertes rachas de viento en el litoral, pero todavía no se puede descartar la llegada de algún episodio de estas características antes de que acabe el invierno.