Guerra vecinal por las flores del cementerio

M. López CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

Basilio Bello

Es la segunda vez en tres meses que las flores del camposanto de Sísamo (Carballo) aparecen destrozadas

17 oct 2018 . Actualizado a las 15:48 h.

Como en los instantes previos a un derbi en el que se enfrentan los dos mejores clubes de fútbol de la categoría, las semanas previas a la celebración de Difuntos están siendo en el cementerio parroquial de Sísamo (Carballo) una auténtica agonía.

El pasado lunes amanecieron -por segunda vez en apenas unos meses- las flores de los nichos esparcidas por todo el camposanto. Los culpables (porque siempre tuvieron claro que el viento no podría haber hecho algo así) solo habían respetado, y por razones obvias, las que estaban colocadas tras un cristal; el resto, en el suelo. Sufrieron lo que califican como un ataque «vandálico» todos los panteones por igual. Todos excepto uno, propiedad de las personas que los vecinos creen culpables, un hombre y una mujer con los que refieren haber tenido problemas continuados: malgasto del agua, uso indebido de las instalaciones...

«Só hai que ver como ten a herba diante do nicho. Mira qué verde está! Non está seca como a do resto do cemiterio pola falta de chuvia. Malgastan baldes e baldes de auga, que é de todos os veciños», relataba ayer una afectada, que se había reunido con otra veintena de personas para tomar cartas en el asunto.

El lunes fue una patrulla de la Guardia Civil y ayer otra más, que ellos mismos llamaron al ver que el presunto responsable andaba merodeando de nuevo por el camposanto. «Non o deron pillado, botou a correr», decían ayer en Sísamo, mientras se armaban de botas, carretillos, hoces y machetes. ¿Y para qué necesitarían estos amables vecinos semejante arsenal? Pues para responder con las mismas armas.

Las personas a las que acusan habían plantado, sin pedir autorización previa ni consultarlo con los propietarios, flores, plantas y un par de setos a lo largo de un muro en la más reciente ampliación del recinto. Hasta ahora lo habían dejado estar «porque non molestaban a ninguén», pero, visto que lo suyo «non se respecta», decidieron ponerse manos a la obra. «¿Que tú me rompes mis flores? Pues yo te retiro las tuyas», y así estuvieron un buen rato durante la tarde de ayer, dejando el espacio tal y como estaba antes de hacer la plantación.

«O que non nos parece xusto é que se lles botase a culpa aos rapaces cando pasou a primeira vez [coincidió con el Apóstol]». «Aquí todos temos seres queridos, máis alá dos cartos que nos custen as flores», decían dos vecinas.

Solo aguardan que esta auténtica guerra de flores se acabe calmando, aunque se huelen que habrá más episodios de esta historia: «A ver se non se lles cruza o cable e veñen unha noite cun martelo e nos rompen as lápidas», concluía un vecino, preocupado.