La alternativa de los socialistas gallegos continúa atada de manos y pensando en pequeñito

d.s. SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

La clarificación del escenario de las municipales que están haciendo los socialistas gallegos muestra a un partido decidido a hacer ondear la bandera de la transparencia y la democracia interna con las elecciones primarias

26 oct 2018 . Actualizado a las 08:17 h.

Grupos internos, fincas, parceliñas; en definitiva, las familias. La clarificación del escenario de las municipales que están haciendo los socialistas gallegos muestra a un partido decidido a hacer ondear por todo lo alto la bandera de la transparencia y la democracia interna con las elecciones primarias pero al mismo tiempo deja entrever a un PSdeG-PSOE que piensa en pequeñito, que está muy enroscado en el ruido orgánico y atado de manos en ganar batallas dentro, cuando de lo que se trata es de impulsar perfiles sólidos y proyectos políticos que contribuyan a transformar las ciudades y a mejorar la calidad de vida de sus vecinos.

De esto último se habla poco en las primarias socialistas. En el debate que precede a este proceso interno se vieron muchos movimientos dirigidos a ganar terreno en el partido para colocarse de cara al futuro. Hay incluso algún movimiento auspiciado por el mismo grupo de personas -lo que ocurre en Ourense no se puede explicar de otro modo- para intentar ganar algo impulsando varios candidatos al mismo tiempo. Se supone que es para ganar algo en clave interna, pues de proyectos para conquistar alcaldías, de momento, apenas se ha oído nada.

Otra evidencia de este enroscamiento interno se vive en A Coruña, que en su día fue el gran faro del socialismo galaico. El expresidente Laxe decidió mirar para otro lado cuando desde diferentes sectores reclamaron sus servicios para aglutinar a las diferentes familias, y las familias no lograron mirar más allá para articular una candidatura unitaria y solvente, capaz de aprovechar el viento de cola que recibe el PSOE desde que Pedro Sánchez recuperó la Moncloa.

La gran excepción a la tendencia general es la de Santiago, donde el exalcalde Sánchez Bugallo jugó desde el principio al todo o nada, advirtiendo que o había unidad interna para las municipales o, de lo contrario, tiraba la toalla. Bugallo forzó la máquina al máximo, y justo cuando parecía que todo estaba perdido, con la dirección del PSdeG puesta de perfil, dejando que cada agrupación actuara por su cuenta y riesgo, Bugallo y el profesor Guinarte sellaron el pacto de unidad que le permite a los socialistas pensar en recuperar el mando de Raxoi. Es una tarea muy complicada. Pero para lograrlo había que dejar de pensar en pequeñito.