La baja conflictividad interna en los ejecutivos locales es apreciada por los votantes en las encuestas
09 feb 2019 . Actualizado a las 17:34 h.Vigo y Ferrol son el alfa y omega de la política urbana en Galicia. Entre la ciudad de las luces, que continúa eufórica y plena de autoestima, y el municipio en el que ningún alcalde ha conseguido repetir mandato, se extiende un páramo de indiferencia hacia la mayoría de los gobiernos, que no emocionan, y de desconfianza hacia las alternativas (la oposición) que se han encargado de la fiscalización en los últimos cuatro años, o que se postulan con nuevas caras.
Conseguir el aprobado (que no el bastón de mando) en la gestión local no tiene demasiados secretos ni lecturas entre líneas. Se necesita predicamento sólido entre los que se consideran afines a unas siglas, pero es imprescindible la aquiescencia de votantes ajenos que se mueven en posiciones moderadas. Los ejecutivos de Vigo, Pontevedra, Carballo, Vilagarcía y Ribeira, de diferentes colores, consiguen esa aceptación transversal en lo ideológico y también en el aspecto socioeconómico, que se puede intuir por los barrios de residencia. Un hilo une a estos proyectos locales: todos obtuvieron un respaldo suficiente en el 2015 para gobernar sin sobresaltos, con o sin mayorías absolutas, y los ciudadanos han premiado ese ambiente estable y la baja conflictividad interna con notas mejoradas.
Hay dos excepciones: en A Coruña y Santiago las mareas transitaron por el mandato con apoyos puntuales de socialistas y nacionalistas, que no han rentabilizado su estrategia en la oposición. En Ferrol, Ourense y Lugo las calificaciones ciudadanas son un fiel reflejo de gobiernos en precario y unos repartos endiablados de concejales que podrían complicarse al día siguiente de las votaciones con la irrupción de nuevas opciones por el flanco derecho. De algunas todavía se desconocen los candidatos. Tanto da. Los gallegos han puesto nota a 47 dirigentes con nombres y apellidos y solo diez pasan el corte, con una preocupante falta de conocimiento si se sale de los alcaldes. Pero también los hay que son recordados por una gran mayoría. Y los vecinos cambian de acera.