La yenka de Ciudadanos Galicia

Juan María Capeáns Garrido
Juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Laureano Bermejo (en el centro) con los candidatos de las cuatro provincias
Laureano Bermejo (en el centro) con los candidatos de las cuatro provincias Sandra Alonso

La organización gallega vive ajena a la crisis nacional pero alterada por sus propias disputas internas y roces personales; la ola de inscritos se ha estancado en 6.700

22 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, un, dos... Hasta ahí ha contado Ciudadanos Galicia en su mayor éxito electoral hasta el momento, con 183.000 votos y un par de diputados en el Congreso por A Coruña y Pontevedra que amenazan con volatilizarse en unos días con la repetición electoral. Ya no le había ido bien en la reválida del 2016, y los sondeos son incluso más crueles en la doble vuelta del 2019.

La organización naranja baila La Yenka en Galicia con idas y venidas según la cita con las urnas, pero desde dentro garantizan que las dificultades y salidas abruptas que han alterado la convivencia en los últimos meses a nivel nacional no han erosionado sus expectativas autonómicas. «Estoy pendiente de dar de alta a 18 personas», comenta Laureano Bermejo, el hombre fuerte de Albert Rivera que maneja el partido con los limitados poderes que concede la dirección nacional.

Desde fuera, y en sus relaciones con los medios, es un amable gestor que se dedica a apagar los incendios que van surgiendo en cada agrupación. Para los que salen tarifando, el pirómano es él. No hay problemas por el bloqueo a Pedro Sánchez, ni por la línea política en Cataluña o la fuga de Arrimadas de la cuna del partido. En Galicia se van hablando gruesas palabras contra Bermejo, incluso con graves denuncias de manipulación, enchufismo y hasta de apropiación indebida que de momento nunca se han demostrado, lo que refuerza la tesis del secretario de que se trata de pataletas egocentristas por no ver colmadas las expectativas orgánicas. Pero siempre con ataques personales contra él.

El último ha sido el presidente de la junta directiva en Vigo, Gregorio García, que lo calificó de «cacique venido a más». Ha dimitido y se ha largado del partido, y con él salieron de la junta seis activos más, aunque seguirán en la formación. «Contamos con ellos, seguirán afiliados y están molestos con García por haber mezclado su decisión con la de ellos, que responde a cuestiones personales», dice tratando de explicar un extravagante movimiento a tres semanas de una cita electoral. La crisis coincide, además, con el regreso del vigués Javier Guerra a las listas del Senado por su partido de toda la vida, el PP, cuando se habían llegado a plantear proponer al exconselleiro como punta de lanza en las autonómicas del 2020, una plaza que sigue vacante.

Conflictos en las ciudades

El rosario de incidencias internas va más allá de la ciudad más poblada de Galicia. En A Coruña han controlado la zozobra con la periodista Mónica Martínez, tras haber trascendido hasta febrero que la candidatura local estaría encabezada por el catedrático José María Paz Gago. Y al mismo tiempo, el líder en Ourense dimitió por el fichaje del también popular José Araújo. Se fue poniendo en duda la honorabilidad de Bermejo en una carta. En julio, tras pinchar en las municipales, Ciudadanos destituyó a toda la junta directiva ourensana «por dejación de funciones».

Los líos por el sur no acabaron ahí. Tras las elecciones de mayo, la pontevedresa María Rey y cinco personas más salieron de la directiva pontevedresa «por las formas» que empleó el partido para echarla del primer puesto de la lista tras cuatro años en el Concello. Hace un mes, la exconcejala fichó por Espazo Común, la formación de Pachi Vázquez.

En lo que no deja Bermejo resquicio para la polémica es en la marcha de Marta Rivera de la Cruz, que dejó su puesto de diputada por A Coruña para ser consejera en la Comunidad de Madrid. «Marta está en la ejecutiva nacional y le hicieron una oferta muy respetable, pero hablo mucho con ella y está aconsejando bien a María Vilas», la compostelana que la sustituyó y que repetirá encabezando la lista.

Los problemas en las agrupaciones urbanas tocan la línea de flotación del partido, que tiene muchas dificultades en el rural. Tras anunciar que habían alcanzado los 7.000 inscritos este año, el censo se ha estancado ahora en 6.700, de los que 5.300 viven en las provincias de A Coruña y Pontevedra. En Ourense rondan los 800, y en Lugo son 650, cifras discretas para doblegar a unos sondeos que los borran del mapa en toda Galicia. «Somos conscientes de lo que dicen las encuestas, pero si fuera por ellas no existiríamos», defiende Bermejo.