En directo en el Camino de Santiago: «Este año hay menos peregrinos y puede ser por la Eurocopa»

Iria D. Pombo, M. G.

GALICIA

Peregrinos en el Camino Francés a su paso por la provincia de Lugo
Peregrinos en el Camino Francés a su paso por la provincia de Lugo LAURA LEIRAS

Los albergueros del Camino Francés dicen que baja el número de caminantes en la vía más popular, mientras otras alternativas, como el Portugués o el de Invierno ganan adeptos

15 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A media mañana de un sábado de julio, la niebla en Vilachá parecía espantar a los peregrinos. Sorprendía el silencio en ese tramo del Camino Francés, entre Sarria y Portomarín. Este solo era interrumpido por el ruido de una hoz al cortar una mujer un par de lechugas. «Este ano non lles debe gustar o de madrugar», bromeaba. Los establecimientos dedicados al peregrinaje, con nombres en inglés, semejaban abandonados en aquel pueblo de apenas 40 habitantes.

El indicador de la distancia hacia la Praza do Obradoiro permaneció imperturbable hasta media hora más tarde, cuando un primer grupo de peregrinos hizo acto de presencia. Eran unos seis jóvenes que llevaban ya cuatro días desde Villafranca del Bierzo. Tras ellos, no tardaron en dejarse ver el resto de caminantes. Eran las once y media de la mañana, y el tiempo pasaba.

«Se agradece el aire fresco y el frío», aseguraba un matrimonio de Cádiz en su paso por Vilachá. Loli y Manuel son unos peregrinos veteranos, viejos conocidos de las rutas gallegas. «Esta es mi decimoquinta vez haciendo el Camino de Santiago», comentaba Manuel. Les sorprendía la escasez de compañeros durante el peregrinaje. «Hicimos el Primitivo, el Inglés y el Francés varias veces, y ningún año hubo tan poca gente», indica Manuel. «Igual es por la Eurocopa», añadía.

En A Parrocha había algunos peregrinos más. Muchos no querían hablar, solo llegar a Portomarín. El sol ya quemaba cuando un grupo de mujeres explicaba su experiencia. «Venimos desde Murcia y estamos repitiéndolo», comentaba una de ellas.

En este pueblo, el bar de peregrinos convive con la cotidianidad del rural gallego. Una situación también común para los habitantes, pero con menos ilusión. «Teño 91 anos, levo aquí toda a vida e xa me estou cansando», sentencia uno de los vecinos.

Ya en Portomarín un furgón descargaba mochilas en un albergue. Aunque tampoco eran muchas porque no hay peregrinos. «Non hai ninguén en comparación con anos anteriores», explicaban en albergue Pons Minea, «o Camiño está cambiando».

Una pareja de caminantes descansando en la ciudad de Pontevedra
Una pareja de caminantes descansando en la ciudad de Pontevedra MARTA REGUERA

El Camino del sur: tomar pulpo tras una verde jornada de lluvia

noa garcía/ ch. c.

Ashley y Mónica vienen de Texas y Colombia, es la primera vez que hacen el Camino, pero ya están pensando en repetir. «Está siendo muy buena experiencia», comenta sonriente Ashley. Como ellas, unos sesenta peregrinos hacen cola a las puertas del albergue Virxe Peregrina, en Pontevedra. Acaban de terminar la tercera etapa del Camino Portugués, la mayoría ya han cambiado las botas por chanclas y esperan sentados en el suelo para poder entrar a descansar.

«Hemos salido antes de las siete», dice Emma, procedente de Londres, quien ha empezado la etapa en Arcade. «Ha sido un día fácil», completa Angelica, su amiga y acompañante en esta aventura. Un grupo de siete madrileños, sentados un poco más arriba que las inglesas, confirman sus palabras. «Ha sido la etapa más bonita hasta ahora», dice Carlos. Su amigo Javi añade que «es todo verde, la anterior parecía un polígono». El grupo de amigos que proviene de la capital española tenía planeado llegar a Santiago ayer, al igual que Ashley y Mónica. Por su parte, Emma y Angelica quieren hacer un pequeño descanso: «Esperamos llegar el día 16».

Ambos grupos destacan la hospitalidad de los vecinos. «Todo el mundo dice buenos días, o buen Camino», relata Emma. Ni siquiera la lluvia puede apagar el buen humor de estos peregrinos. «Quizá es un clima un poco húmedo de más», explica Andrés, «pero mejor esto que un solazo». Mónica cuenta que venían preparadas con «ponchos y paraguas».

De lo que más ganas tienen todos es de comer un buen plato de pulpo. «Hoy por fin es el día», decía Angelica. «Nosotros tenemos una reserva para probarlo», asegura Cristina. Las puertas se abren y ellos se apresuran a entrar. «¡Good Camino!», exclaman antes de irse a descansar.

Albergue de peregrinos en A Rúa de Valdeorras.
Albergue de peregrinos en A Rúa de Valdeorras. LOLITA VÁZQUEZ

El Camiño de Inverno: «Los peregrinos eligen la ruta huyendo de la masificación»

MARÍA COBAS

Después de muchos años reivindicando que se trataba de una ruta histórica de peregrinación a Santiago que nacía del intento por evitar las nevadas de O Cebreiro, el Camiño de Inverno (que se separa del itinerario francés para acceder a Galicia por Valdeorras) logró ser reconocido como oficial en el 2016. Y aunque sigue siendo uno de los trazados menos conocido, va ganando peregrinos año tras año. Así lo destaca la presidenta de Amigos do Camiño por Valdeorras, Asunción Arias.

Y eso que llevar la cuenta no es fácil: «Moitos non selan a compostela». Esto se debe a que los que eligen este trazado ya han hecho varias veces la ruta jacobea. «Los peregrinos eligen esta ruta huyendo de la masificación. Suele ser gente con mucha experiencia que escoge este camino por ser tranquilo», apunta Cristina Serrano, que estos días ejerce como hospitalera con su amiga Conchi Nicolás en el albergue de donativo (es decir, cada uno paga lo que quiere) de A Rúa de Valdeorras. Abierto a mediados de marzo, ya han pernoctado en él casi 400 personas, apunta Arias, miembro también de Agacs, que es la entidad que gestiona una instalación de titularidad municipal.

Conchi decidió ejercer como hospitalera tras haber hecho muchos Caminos y constatar que ya no podía cargar la mochila. Lleva siete años ayudando en albergues de toda España, en estancias de 15 días. Dice que lo que más le gusta es el momento de la cena, cuando se juntan con los peregrinos alrededor de la mesa y se cuentan sus historias. El trato con la gente es la parte preferida de Cristina, quien por su parte vive su primera experiencia como hospitalera. Al detectar que muchos peregrinos son extranjeros, asegura que tiene decidido ponerse las pilas con el inglés.