Hosteleros de A Coruña, en pie de guerra: «A las ''apps'' de comida a domicilio les da igual que no cumplas con las normas higiénicas y sanitarias»

GALICIA

Eva Cano abrió el restaurante Evita la pasada primavera
Eva Cano abrió el restaurante Evita la pasada primavera CESAR QUIAN

Una operación policial destapa irregularidades en una veintena de negocios herculinos que se anunciaban en plataformas de «delivery». En los últimos meses, propietarios de locales se han dado de baja de estas página por «falta de control»

17 sep 2024 . Actualizado a las 09:40 h.

Durante la pandemia fueron el salvavidas de infinidad de bares y restaurantes, que encontraron en el delivery su única garantía de subsistencia mientras las restricciones del covid les obligaban a permanecer cerrados. Plataformas de comida a domicilio como Glovo, Uber Eats y Just Eat engrosaban sus arcas gracias a unos ciudadanos dispuestos a adaptarse a una realidad que pasaba por disfrutar en casa de los platos de sus locales favoritos. Más de cuatro años después de aquella pesadilla llamada confinamiento, cada vez más hosteleros le ven la cara B a unas apps que, aseguran algunos, se han vuelto el enemigo para parte del sector.

La Voz destapaba el pasado domingo que la policía tiene en el foco varias cocinas clandestinas que operaban en A Coruña con completa impunidad. Se trata de una veintena de locales —pizzerías, hamburgueserías e incluso una churrería— con domicilio desconocido que no aparecen en ningún registro autonómico de Sanidade ni de Turismo, y que no ofrecen garantías a los clientes en caso, por ejemplo, de una intoxicación. Las plataformas en cuestión eluden responsabilidades, manteniendo que o bien no tenían «conocimiento de estas prácticas» o que «siguen un protocolo de verificación documental y supervisión».

 

Varios hosteleros tumban estas versiones, y declaran que se han dado de baja de las apps de comida a domicilio por unas prácticas que en absoluto les convencen. Es el caso de Eva Cano, que en primavera abrió el restaurante Evita, en el barrio de Monte Alto. La propietaria de este local, especializado en cocina fusión, solo duró un par de meses en una de estas plataformas. Y explica el motivo: «Para empezar, al local le cobran una comisión altísima por cada pedido, cuando la app después también le cobra al cliente por el envío. Además, casi te obligan a competir con descuentos abusivos para aparecer bien posicionado y lo más grave, nadie viene a verificar nada. Te das de alta, te mandan un TPV y ya está».

Según Cano, este tipo de intermediarios solo favorecen el «intrusismo laboral» porque «nadie chequea que tu restaurante esté en un registro sanitario o que ha pasado las inspecciones pertinentes». Y añade: «Por eso están naciendo restaurantes en domicilios, con el daño que eso supone para los hosteleros que tenemos nuestros locales en regla y para los consumidores, que se exponen a diferentes riesgos».

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Diego Lombao dijo basta hace unos meses. Él, como tantos colegas de profesión, se sumó a la tendencia del delivery aupado por las circunstancias que impuso el coronavirus, pero a la larga dejó de compensarle, y cerró su local coruñés de tacos a domicilio. «Hasta el 2022 todo fue muy bien. Pero después, las apps empezaron a competir de forma salvaje entre ellas, y nos destrozaron». Además de corroborar lo que cuenta Eva Cano, indica que, en su caso, estas plataformas dejaban de anunciar su restaurante en hora punta los fines de semana. «Siempre benefician a grandes cadenas, y como los repartidores tienen una capacidad de maniobra finita, en momentos determinados, que son los que más nos interesan, los restaurantes pequeños dejamos de aparecer para que los pedidos se concentren en las franquicias».

Este empresario también revela que la guerra entre plataformas pasa por una absoluta «competencia desleal» cuyo daño colateral son los hosteleros: «Te llegan a pedir que te des de baja en una app a cambio de un descuento».