Un camionero y la campaña del Gobierno para captar 30.000 conductores: «Que acaben antes con el esclavismo»

p. g. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Un camionero durante una reciente movilización sindical
Un camionero durante una reciente movilización sindical M. Moralejo

Asegura que los jóvenes no se interesarán por el sector hasta que haya convenios más atractivos y más controles de la Administración sobre las horas de trabajo efectivo

06 feb 2025 . Actualizado a las 20:05 h.

Antonio es camionero. Pero no es su nombre auténtico. Fue despedido de su empresa por denunciar las malas condiciones laborales y ahora está buscando trabajo, por lo que prefiere mantener el anonimato porque conoce el sector y sabe que si denuncia las condiciones laborales nadie lo contrataría. Cuando leyó la noticia de la campaña del Ministerio de Transportes para reclutar a 30.000 conductores de camiones y autobuses, con el objetivo de paliar el déficit de profesionales en el transporte por carretera, Antonio confiesa lo que se le pasó por la cabeza. «Lo primero que pensé es que buscan más mano de obra para los esclavistas. Si quieren que la gente trabaje en el sector, que acaben antes con el esclavismo», explica.

Este camionero que ahora busca empleo cree que la clave está en la falta de control por parte de la Administración de los tiempos de trabajo efectivos. El disco del tacógrafo sirve para controlar las horas de conducción, pero todo el tiempo de carga y descarga «hay que reflejarlo de forma manual». Y el hecho, asegura, es que muchos camioneros no lo hacen por temor a represalias por parte de los patronos. «Yo lo hice, y aquí estoy, buscando trabajo porque me despidieron». Ahora está embarcado en pleitos por despido nulo e incluso una querella por obligarle a firmar certificados de lavado de cisternas de líquidos alimentarios —leche, principalmente— que en realidad no se limpiaban «para ahorrar costes».

Las condiciones laborales, a pesar de los testimonios de profesionales que aparecen en la web de la campaña La carretera siempre tiene salidas, son, para Antonio, nefastas. «Se hacen muchas horas extras que nadie paga y que nadie controla, con unos sueldos que a veces no llegan a lo que marca el convenio» y que, sin dietas, asegura, apenas llega a los mil euros. «Hay gente que trabaja en una conservera por esa cantidad, pero hacen sus ocho horas y están con su familia. Nosotros estamos siempre fuera», lamenta. Antonio realizaba rutas por Europa, y en este caso las dietas podrían compensar, «pero a base de comer bocadillos y no sentarse en una mesa y comer como Dios manda». Ducharse en áreas de servicio, a veces con malas condiciones higiénicas; trabajar en pleno temporal o quedarse aislados por la nieve; el desarraigo de estar lejos de casa «con un descanso de 24 horas que pocas veces son un día completo, sino que están repartidas entre dos jornadas». Son todos factores que acaban pesando.

Si se quiere captar jóvenes y mujeres para estos trabajos, este camionero tiene dos recetas: convenios más atractivos y más controles de la Administración. «No solo por los trabajadores, sino para evitar accidentes. Se conduce con mucho cansancio», dice.