
En tiempos de Manuel Fraga, el PP también llevó al Parlamento publicaciones de la CIG en San Caetano al entender que atentaban contra la dignidad de las personas. Y esas caricaturas llegaron a ridiculizar también a miembros del bipartito PSOE-BNG
13 mar 2025 . Actualizado a las 17:08 h.El brazo sindical del nacionalismo gallego, la CIG, siempre ha sido una especie de verso suelto en San Caetano. Una sección que se ha distinguido por una prolífica labor satírica plasmada en un boletín por el que han desfilado presidentes, conselleiros y conselleiras. Pero los tiempos han cambiado. Y en algunas cosas, bromas las justas. El dibujo de la conselleira Fabiola García tumbada en un sofá como una mujer frívola preocupada por las rebajas e indiferente a los problemas de las residencias desató las críticas del PP, y también de dirigentes socialistas como la alcaldesa de A Coruña. Esta misma semana los populares llevaron la polémica al Parlamento para aprobar (en solitario) una proposición contra ese sindicato.
Pero no es la primera vez que esto sucede. Porque en tiempos de Manuel Fraga, la CIG llegó a sacar un pasquín con un dibujo que simulaba unos órganos genitales con la cara del presidente. El dibujo —obra de Xosé Lois, O Carrabouxo— acompañaba un artículo firmado por Santa Cona y que llevaba por título El coño que nos representa. En el texto, de un boletín de la CIG Autonómica de la primavera de 1998, se denunciaba la promoción y el acceso al poder por la «vía vaginal» de las mujeres en la Administración gallega.
Manuela López Besteiro, responsable entonces de Familia y que encarnaba en el fraguismo la rectitud conservadora de la derecha tradicional, no dudó en calificar el texto como «soez e intolerable». Y capitaneó una protesta de las diputadas del PP en el Parlamento. La propia conselleira apareció junto a Elisa Madarro, María del Carmen García Campelo, Dolores Rodríguez Seijas y Marta Álvarez, quienes denunciaron que el sindicato nacionalista había atentado contra su dignidad.

La CIG de San Caetano también tuvo sus encontronazos en tiempos del bipartito. No solo sacó a los socialistas Méndez Romeu (de cocinero) o Carmen Gallego (tomando el sol en bikini) sino al propio vicepresidente nacionalista, Anxo Quintana, que aparecía en la página de humor del boletín fregando platos. La CIG de San Caetano parodiaba así sus escasas medidas para la conciliación. En su demanda por la mejora salarial de los funcionarios, llegó a sacar al nacionalista Bieto Lobeira y a José Manuel Baltar (entonces diputado del PP) juntos en una charanga cantando «si no eres parlamentario, jódete».
Ahora, más de un cuarto de siglo después del controvertido dibujo de Fraga, la historia vuelve a repetirse. Rueda y su equipo han utilizado esa caricatura machista de Fabiola García para arrinconar a Pontón y hacer ver a la opinión pública que la bandera feminista se iza o se repliega en función de los colores políticos, y que la líder de la oposición, dadas las circunstancias, no se encuentra legitimada para dar lecciones. Paula Prado, secretaria general del PPdeG, no ha dudado en asegurar que el BNG y Pontón «son comunistas, independentistas y, ahora, machistas».
Los populares han aireado la supuesta negativa de la líder nacionalista a posicionarse sobre un cartel de una organización afín, pero la portavoz nacional del Bloque sí lo ha hecho en varias ocasiones, aunque sin referirse directamente al sindicato. Pontón ha insistido en un mensaje en el que sostiene que a las mujeres involucradas en la política hay que juzgarlas por su desempeño en esta actividad y nunca por cuestiones estéticas y personales.
El BNG sostiene que esta estrategia del PP tiene como objetivo atacar directamente a la líder de la oposición con una burda coartada. «Xa deron as explicacións que se tiñan que dar e estáse a montar unha campaña fundada nun bulo que ten outras intencións», apuntan desde la formación nacionalista.
El BNG entiende que el PP no puede dar lecciones de feminismo cuando Feijoo llegó a decirle en el Parlamento gallego a Pontón que «estaba moi necesitada» o cuando justificó a un diputado de Vox condenado por violencia machista asegurando que había tenido un «divorcio duro». La cuestión de género acostumbra a colarse en la refriega parlamentaria con tres fuerzas políticas que apelan a su defensa constante de los derechos de la mujer. Los socialistas gallegos, incluso, han tratado de utilizar los pactos estatales del PP y Vox para poner en tela de juicio el compromiso de los populares gallegos con la violencia machista. Así se lo reprochó el propio Besteiro a Rueda en una sesión parlamentaria a finales del año pasado. Y el presidente gallego le acusó de haber perdido el norte.