El exministro de Trabajo y Asuntos Sociales se ha sometido a una rinoplastia para superar sus problemas respiratorios
15 may 2013 . Actualizado a las 19:59 h.Eduardo Zaplana se ha operado la nariz. El que fuera ministro de Trabajo y Asuntos Sociales en el Gobierno de Aznar se sometió a una rinoplastia hace unas semanas, según informa este miércoles Vanitatis, por razones médicas.
Zaplana, ahora delegado de Telefónica, habría «confesado a su entorno más cercano» que el retoque de su tabique nasal se debe a una recomendación de su médico con el objetivo de superar sus problemas respiratorios.
El cambio en el rostro de Zaplana es más que notable, si se comparan las imágenes actuales con las de hace apenas un mes.
Más allá de los ejemplos internacionales, como Silvio Berlusconi o Cristina Fernández de Kircher -conocida por cierto como la Reina del bótox-, Zaplana no es el primero, ni tampoco será el último político patrio que decide hacerse un «pequeño retoque» para mejorar su imagen. Uno de los casos más sonados fue el protagonizado por José Bono, que en el 2008 decidió atajar por lo sano su incipiente alopecia recurriendo a un trasplante capilar.
Más sorprendente todavía fue la espectacular transformación que experimentó la imagen de María Teresa Fernández de la Vega tras abandonar su cargo como vicepresidenta primera del Gobierno en el año 2010. Cuando reapareció ante los medios, dos años después, De la Vega estaba más joven, con el pelo más largo y sin arrugas. Aunque ella lo negó, entonces se habló de un lifting facial, de bótox, de ácido hialurónico y de infiltraciones de vitaminas y antioxidantes.
Pero hay más casos conocidos. Por ejemplo, Jordi Pujol recurrió a la cirugía estética para operarse las bolsas de los ojos por el aspecto de cansancio que proyectaba; Magdalena Álvarez se quitó las arrugas de la frente; y en su día se publicó también que Pilar del Castillo podría haber recurrido al bótox para suavizar las líneas de expresión y quitarse unos años de encima.
Un caso distinto fue el de José Blanco, que en su etapa como ministro de Fomento tuvo que explicar por activa y por pasiva que su operación de vista era «para ver mellor», porque tenía miopía, astigmatismo, cataratas y presbicia, y no por coquetería.