La confianza ganada metro a metro

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

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El Tucu, elegido por la afición como el mejor jugador de octubre, vivió un duro comienzo en el Celta

22 nov 2017 . Actualizado a las 09:53 h.

«Sabiendo cómo empezaron las cosas, no lo hubiera pensado, estoy muy contento», declaraba ayer con una media sonrisa Pedro Pablo Hernández instantes después de recibir el «mimo» que le distingue como el mejor jugador de octubre en el Celta. Un premio votado por la afición que confirma, por si quedaba alguna duda, que el celtismo ha cerrado filas con un futbolista con el que se mostró especialmente crítico cuando aterrizó en Vigo hace ya tres años. Hoy el Tucu es uno de los principales valores futbolísticos del club, pieza indispensable en el equipo y un referente para los seguidores. Pero el camino hasta aquí no ha sido fácil.

Una temporada a sus órdenes en el fútbol chileno bastó a Eduardo Berizzo para saber que el Tucu se merecía una oportunidad en la Liga. El internacional con Chile fue un fichaje del entrenador. Le quería en su Celta y consiguió que el club lo incorporase, pero adaptarse a la exigencia del balompié europeo tiene un peaje y el centrocampista lo pagó con creces. Sus primeros partidos le costaron. Llegó con molestias, el ritmo le superaba, no lograba imponer su jerarquía física y no acababa de encontrar su lugar en el campo.

Berizzo insistió con el futbolista, capaz de marcar golazos como el del Vicente Calderón, pero su fútbol no acababa de encajar y la entrada del 2015 dejó al tucumano en el banquillo, una experiencia que le era novedosa. «Me ha costado tanto llegar hasta acá, como para tirar la toalla», declaraba a La Voz en febrero de aquel año, en plena travesía por la banqueta.

Pero a base de insistencia, de ir amoldándose al fútbol español, el Tucu fue matizando su situación y acabó su primer año alternando titularidades y suplencias. Con 1.442 minutos jugados y la firme disposición de que el curso siguiente sería mejor. Y lo fue.

Superada la fase de adaptación, el Tucu comprendió que si quería sobrevivir en la liga debía ser más rápido en la toma de decisiones. Comenzó a vivir unos metros más para atrás en el terreno de juego y se convirtió en pieza fundamental del equipo que logró la clasificación europea. El Celta funcionaba como un reloj arropado en buena medida por la solvencia del chileno en un medio campo al que aportaba jerarquía y en el que ponía y calidad. 34 encuentros como titular, seis saliendo desde el banquillo, 2.869 minutos y cuatro tantos entre los que destacaba el golazo que endosó a la Real Sociedad desde la media luna confirmaron que la apuesta por Pedro Pablo había sido acertada. «Uno trata de dejar todo cada partido y que la gente te lo reconozca es algo que se le agradece», razonaba ayer el jugador, que en el verano del 2016 selló su renovación por el Celta hasta el 2020.

Su mejor temporada

El tercer año de Berizzo en Vigo fue probablemente la mejor temporada de Hernández como céltico por minutos - jugó la friolera de 3.570-, pero también por rendimiento. Asumió que su rol tanto podía ser enlazar con el ataque como ejercer de pivote y cumplió en ambos papeles. Convenció al celtismo y también a un Juan Antonio Pizzi que le dio en la selección chilena las oportunidades que Sampaoli le había racaneado.Defendiendo la camiseta de la Roja sudamericana el centrocampista vivió una historia similar a la del Celta, ya que pasó de ser objeto de todas las críticas a recibir elogios en las últimas contiendas por fútbol, por esfuerzo y por implicación.

A Hernández nadie le ha regalado nada en el fútbol, y él lo tiene presente. Esta temporada le costó entrar en el equipo ya que llegó más tarde que sus compañeros por sus compromisos con la selección, pero pronto ha entendido lo que Unzué demanda y, adaptado al nuevo modelo, parece difícil apartarle de la titularidad. Un premio ganado metro a metro.