
El centrocampista, que alterna el primer equipo y el filial, ha dado la talla cuando ha jugado en Primera
22 mar 2018 . Actualizado a las 23:01 h.La vida son decisiones y la que Brais Méndez adoptó el pasado verano parece que fue la correcta. Por contrato, el centrocampista de 21 años tenía derecho a formar parte de la primera plantilla del Celta, pero el club le planteó tener ficha en el filial y subir y bajar cuando Juan Carlos Unzué lo considerase oportuno. El canterano decidió aceptar la propuesta en vez de exigir formar parte del primer vestuario o buscar una salida, y tras siete meses de competición es una de las sorpresas positivas de la campaña en el club vigués a pesar de que de vez en cuando le toca bajar a la arena de Segunda B, como este sábado.
El último fin de semana de agosto, cuando Unzué le convocó para el primer partido a domicilio de la temporada, pocos imaginaban que Brais iniciaba una campaña a caballo entre los dos equipos en la que incluso se ha pasado más tiempo con el entrenador navarro que a las órdenes de Rubén Albés. A mediados de septiembre, en Getafe, vivió su primera titularidad y desde entonces ha disputado otros diez encuentros, ha dado una asistencia y ha acumulado 3484 minutos. Eso, en Liga, porque en Copa tomó parte en los cuatro compromisos y compitió 218 minutos. En el filial lleva nueve partidos, dos goles y 774 minutos.
Desde agosto hasta principios de febrero, Brais fue pellizcando minutos en Primera, pero viendo que no estaba teniendo continuidad, planteó al técnico echar una mano en Segunda B. El preparador bendijo su decisión y ante el Rápido y el Cerceda volvió a pisar césped de la tercera categoría. Pero fue un paréntesis. Contra el Las Palmas Unzué le reclamó de nuevo y Brais se convirtió, con su media hora de juego, en el hombre que revolucionó al Celta asentado en una banda derecha que con Nemanja Radoja había flojeado.
En el Calderón salió de nuevo desde la banqueta, ante el Málaga fue titular y este fin de semana retornará a Segunda B para viajar con el filial al campo del Real Madrid Castilla. «Para mí no es desquiciante, realmente es la manera de llevarlo, yo lo llevo lo mejor posible, lo tomo con naturalidad, que es lo mejor, y realmente lo estoy llevando bien», asegura sobre sus idas y venidas de un equipo a otro.
Cada vez que toma la palabra, Brais insiste en que «yo soy jugador del filial. Estoy a disposición del míster, si decide convocarme iré con el primer equipo, y si no, iré con el filial». Y por ello está más que dispuesto a saltar a Valdebebas este sábado con el Celta B.
Aunque al principio no se preveía que tuviese tanto protagonismo, Brais ha sido una constante en la primera plantilla, a la que ha intentado llevar su calidad y su capacidad para ver el fútbol en los últimos 30 metros del campo. Sus pases medidos, su capacidad asociativa y sobre todo la disposición al sacrificio defensivo que ha incorporado le están abriendo las puertas de una Primera División que siempre ha sido su objetivo.
Cuando se marchó a la cantera del Villarreal siendo un crío aspiraba a convertirse en futbolista. Allí no logró adaptarse y regresó a A Madroa con una visión distinta del mundo y del fútbol que ahora le permite tener los pies en el suelo. Justo lo que necesita. La calidad la lleva de serie.