
El Leganés del ejercicio 2019/2020 fue el segundo proyecto del Flaco Mauricio Pellegrino en Butarque. Tras sus sobrias campañas en el Alavés y en el club madrileño, se intuía una evolución que asentara a los pepineros en la máxima categoría. Sin embargo, esta vez dos y dos no fueron cuatro y de los cuarenta y cinco puntos del curso anterior, que garantizaron su permanencia, el técnico pasó a un deficiente balance de solo dos puntos en nueve jornadas.
Y fue un trauma más doloroso aún, porque el diseño de la plantilla apuntaba hacia otra dinámica. Pellegrino volvió a confiar en un esquema con defensa de cinco, en el que Pichu Cuéllar volvía a cubrir la portería -por lesión cedió partidos a Soriano-, como respaldo a una línea en la que el venezolano Rosales y el platense Jonathan Silva partían con ventaja en los carriles. En el centro, Dimitrios Siovas -ahora de baja- y Bustinza son los fijos, acompañados de algún zaguero más (Omeruo, Awasiem o Tarín) que ha ido rotando a lo largo de la temporada, incluyendo cambios en el dibujo, obligados bien fuera por las lesiones o por la necesidad de probar otras fórmulas ante los malos resultados.
En el medio campo, el club logró retener a Óscar Rodríguez, perla de la Fábrica cedida por el Real Madrid y llamada a asentarse en la Liga a un alto nivel. Añadió calidad con la llegada del canario Roque Mesa, curtido en sus andanzas por Gales para disputar la Premier y por el europeo Sevilla. En esa parcela ancha también acusaron los blanquiazules los problemas físicos de Rubén Pérez -uno de sus hombres más experimentados-, pero la precisión y la eficacia no han sido su mejor virtud en ningún momento del torneo.
Sí tenían claro en las oficinas del Lega que debían realizar un esfuerzo para apuntalar sus apuestas en la delantera y, si el verano anterior ya habían superado en dos ocasiones su tope de los cinco millones para traerse a En-Nesyri y José Arnaiz, volvieron a hacerlo para fichar al danés Martin Braithwaite, que los había convencido en su cesión por parte del Middlesbrough.
Aunque el talaverano que reclutara el Barcelona, tras su eclosión goleadora en Valladolid, no termina de asentarse en Butarque, los otros dos son referencia de un ataque poco prolífico, en que tampoco termina de aportar lo mismo que el año pasado el argentino Guido Carrillo.
Tras la destitución de Pellegrino, un hombre de la casa como Luis Cembranos llevó al equipo a su primera y única victoria con más variantes tácticas y hasta tres puntas de salida frente al Eibar. Pero el revulsivo fue efímero y la decisión de la secretaría técnica eligió la experiencia de Javier El Vasco Aguirre, que de momento vuelve a los cinco zagueros, incidiendo en la necesidad de morder más en ataque.
Tan solo tres jugadores han visto puerta
Ocho goles en quince partidos son un indicativo preocupante para el cuadro técnico del Leganés, máxime si solo los han podido rentabilizar en seis puntos, la victoria ante el Mallorca y los empates con el Valencia, Athletic y Real Sociedad.
Y a eso tenemos que sumar que solo tres jugadores han cantado gol, los puntas Braithwaite y En-Nesyri -con tres dianas cada uno-, así como Óscar Rodríguez, especialista en las acciones de estrategia, que firma otros dos tantos. La promesa de Los Navalmorales no está secundada de momento por su primo, José Arnaiz, quien había acaparado focos con su estreno en el Camp Nou, pero no termina de ser esa solución goleadora con la que soñaban en el Lega, hasta el punto de que incluso está ganándose pocos minutos en el campo. Tampoco el espigado Guido Carrillo está logrando resultados óptimos, ni como opción en el once inicial, ni en el papel de alternativa para el juego aéreo en momentos concretos. Los refuerzos parecen necesarios.