El excéltico recuerda que el club es su «segunda casa» y revela una anécdota con Penev
01 abr 2020 . Actualizado a las 21:05 h.El excéltico Gustavo López, actual comentarista deportivo y con formación como técnico, ha mantenido esta tarde una charla a través de las redes sociales de la Cadena Ser con Jacobo Buceta y Antón Meana. Y en la charla ha tenido cabida el equipo vigués, al que el argentino perteneció entre los años 1999 y 2007.
Al Cuervo le formularon la pregunta de si le gustaría entrenar al Celta en el futuro, un asunto sobre el que ya se ha pronunciado en alguna ocasión anterior, y en el que dejó de nuevo las puertas abiertas. «Por supuesto que el día que tome la decisión de ser entrenador seguro que me gustaría. Es mi segunda casa, está dentro de mi corazón y por supuesto que sí», reiteró. Bromeó, asimismo, con que su cláusula de rescisión en Carrusel es «muy alta», pese a lo cual «en algún momento podría llegar» la ocasión de sentarse en el banquillo del equipo.
Además, reveló una anécdota de su etapa de céltico, al poco de fichar. «Llegué de la mano de Víctor Fernández y yo sabía que en sus charlas técnicas antes del partido no le gusta que vuele ni una mosca», relató. Pese a ello, cuando todos estaban atendiéndole, alguien llamó a la puerta. «Había un silencio absoluto y entró un camarero con un café y dos cruasanes, le temblaba la mano. Víctor, a gritos, preguntó quién había pedido eso», relata Gustavo. «Y salta un futbolista de gran envergadura: ‘Es para mí, que no he comido’. Era Lubo Penev y yo pensé: ‘¿A qué vestuario vine?’».
Como recordó Gustavo, el búlgaro y él apenas coincidieron en Vigo. El verano en que llegó el argentino fue el mismo en que se marchó el delantero tras una única temporada como jugador del Celta en la que marcó 18 goles en 41 partidos y dejó un gran recuerdo.