Pione Sisto, diez días de misterio

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El danés, que no estuvo la medición de los pliegues de grasa, se sometió al segundo test PCR y podría volver al trabajo en A Madroa, aunque en solitario

18 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Miércoles 6 de mayo, once y media de la mañana, Pione Sisto acude a la convocatoria para hacerse los test del coronavirus en A Sede del Celta, pero ahí se pierde la pista y el danés desaparece del mapa. Se desatan los rumores y le cae una fuerte multa hasta que diez días después trasciende que la clave pudo estar en la negativa a hacerse el test y por eso no podía entrenar con sus compañeros. Un camino en paralelo al enfado monumental del club con el jugador por saltarse el confinamiento y por no dar la cara explicando su negativa al test, como hizo el cadista Fali en su día. El sábado accedió a someterse a la prueba PCR y en esta semana debe comenzar a trabajar en A Madroa, aunque todo apunta que será en solitario. Óscar García y el equipo le necesitan para la tarea de la permanencia. Es un jugador distinto.

La clave de todo el entramado, que solo el jugador y los servicios médicos saben a ciencia cierta, está en su tránsito por A Sede. En el tiempo entre la entrada y la salida ¿A qué fue si no iba a hacer el test? Un episodio que el club deseaba que aclarara el propio jugador. «Tiene un problema, no está colaborando con el club para resolverlo y es un problema del que nosotros no podemos hablar», comentó el presidente Mouriño sobre Pione Sisto en una charla en la RFGF en donde tampoco dio explicaciones sobre si el Celta había tenido algún positivo. Se remitió a la LFP.

Pero las alarmas habían saltado días antes, el lunes 11 de mayo cuando el jugador no acudió a entrenar en ninguno de los cinco turnos del primer día de trabajo pos confinamiento, pero esa señal se habían activado dos días antes. Casi en secreto, los futbolistas fueron convocados en A Madroa el sábado 9 de mayo para las pruebas médicas previas y el danés ya no acudió.

La opción de la cuarentena, tras su ausencia en el primer entrenamiento, enseguida quedó descartada porque Smolov sí acudió a ejercitarse desde el primer día pese a que también se saltó el confinamiento, aunque informando en todo momento al club y viajando a Moscú (para ir y venir) en vuelo privado.

En esos días de impás, Pione Sisto ciñó su exposición a dos vídeos haciendo malabarismos en casa con un balón y a una declaración de intenciones, una más, de luchar por un mundo mejor. Pero ni una palabra de su ausencia, un silencio que contribuía a la teoría del castigo por parte del club, que aunque lejos del arresto tampoco disimulaba su tremendo enfado con las actitudes de un jugador al que le queda otra temporada de contrato.

Hermético como siempre, el Celta en esta ocasión tampoco podía mover ficha. Porque de ser positivo sería LaLiga quien debería informar y en el supuesto que se negase a hacer el test se interpretaba que debía ser el propio jugador el que diese la cara.

El desenlace del enigma llegó a continuación de unas palabras del técnico. «Es un jugador al que me gustaría tener aquí entrenando como todos, pero de momento no puede ser así», comentó Óscar García. Dos días después el danés dio el primer paso para volver al presentarse el sábado en A Madroa para hacer el segundo test de los programados por la LFP. Si la prueba es negativa el jugador puede volver en cualquier momento a pisar el césped de la ciudad deportiva para comenzar su pretemporada, aunque con 60.000 euros menos (por la multa) en el bolsillo. A nivel deportivo el Celta le necesita por su uno contra uno y su capacidad para agitar partidos. Puede que sea el último servicio.