Los sonidos del silencio de Balaídos

x. r. c. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

m.moralejo

El sonido enlatado, lo único que se escuchó dentro y fuera del estadio en el estreno del nuevo fútbol

14 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Balaídos saludó a los nuevos tiempos del fútbol en silencio. Dentro y fuera del campo. En los aledaños, ni una decena de aficionados esperando al equipo e indiferencia con el fútbol entre los coches que circulaban por la avenida viguesa a la hora del encuentro. Y dentro, gradas vacías y mucho sonido enlatado que impedía escuchar a los jugadores, entrenadores y árbitros. Y al balón, que en casos así, también tiene voz.

La parafernalia de los nuevos tiempos comenzó en el estadio vigués a las 15.27 con la llegada del trío arbitral. Ocho minutos después llegaron los dos autobuses del Celta. El primero con el staff, ayudantes y descartes y el segundo con todos los convocados. Diez minutos después, y cuando los celestes ya habían accedido al campo tras mirarse la temperatura, arribó el Villarreal, que había enviado desde Castellón previamente una furgoneta con todos sus enseres. Nada de compartir material como dicen las autoridades sanitarias.

Y dentro del campo, todo muy marcial y atípico. Tanto, que durante el calentamiento coincidieron más personas dentro del terreno de juego que en el resto del desangelado estadio. Unos 60 en el verde y otros tantos mirando. Entre ellos una docena de inquilinos en el palco de autoridades cuidadosamente colocados en zig zag.

Quien no faltó a su cita con todo el vigor de siempre fue el hombre de la megafonía de Balaídos. «Non estamos todos, non esquecemos ós que faltan», dijo en la presentación y antes poner el énfasis de siempre en la presentación del once celeste. Para entonces los suplentes ya habían ocupado un puesto en la parte baja de la grada de Río.

Y durante el partido, mucho sonido enlatado. Como en la tele, pero sin opción de utilizar el mando para cambiar. Un playback en toda regla para evitar que los sonidos del fútbol se cuelen en nuestras nuevas vidas. Solo los típicos «solo», «aprieta», «vamos», «buena» y alguna que otra indicación desde el banquillo de un Óscar García que tan negro lo vio desde el principio que sus salidas al área técnica fueron contadas.

Aun así, pese a tanta precaución, pudo escucharse con nitidez el momento de autoridad del colegiado. «¿Cómo dices?, si el balón estaba rodando», le hizo saber con voz enérgica Pizarro Gómez a Okay que protestaba el saque de una falta.

Las pausas de hidratación, en el minuto 30 de cada parte, convierten ahora al fútbol en un deporte con tiempos muertos para dar indicaciones. Y lo de los cinco cambios, en absoluto para más el juego. El Celta consumió los cinco: dos en el descanso y tres en la segunda mitad.

A la conclusión del partido, de nuevo la mayoría silenciosa de Balaídos se apoderó del campo y el servicio de seguridad tardó diez minutos en echar el candado. Ahora solo queda experimentar la nueva normalidad a domicilio. El miércoles en Pucela, en una final para un Celta que debe reaccionar en tres días. No hay tiempo para lamentaciones.