Despeinando los flecos

GRADA DE RÍO

Lalo R. Villar - LFP

Óscar García espera noticias del Celta para vivir su primer proyecto en Vigo desde 0

23 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras horas de guardia, supimos que Mouriño se había cobrado la cabeza de su primer entrenador. Era abril del 2007, no había cumplido un año como máximo accionista y Vázquez firmaba su despido. Desde entonces por el banquillo del Celta han pasado más entrenadores que años: 15 técnicos. Solo dos, Herrera y Berizzo, han conseguido completar al menos una segunda temporada. Los demás, exceptuando a Luis Enrique que partió voluntariamente, fueron despedidos antes.

El Celta ha cambiado a Unzué por Mohamed, a Mohamed por Cardoso, a Cardoso por Escribá y a Escribá por Óscar García en una deriva oligofrénica. Ha elevado su inversión en la plantilla. Una multitudinaria operación retorno, quizá más romántica que equilibrada, ha disparado la identidad y el gasto en una temporada pendiente de resolverse. Óscar heredó un proyecto embarrancado a cinco puntos de la permanencia. Su contratación era un viejo anhelo de la directiva. No es un preparador dogmático de los que se empecinan en repetir los apuntes del cuaderno, pase lo que pase. No es un discípulo obtuso de la Masía, de los que no se bajan de la salida aseada de la pelota y el 4-3-3. Óscar ha ido modelando su esquema en función de las fichas disponibles y de los rivales. Logró, Murillo mediante, dotar al equipo de una solidez defensiva inédita en los últimos años. Ya no revientan marcapasos en cada centro lateral. Paradójicamente, hasta la explosión anotadora del domingo ante el Alavés, al equipo le había costado más el área rival.

Ni Herrera ni Berizzo consiguieron a la primera los objetivos por los que el celtismo los guarda hoy en sus oraciones. Óscar se ha ganado el crédito para ofrecerle un proyecto desde el inicio. Quiere quedarse y está dispuesto a hacerlo ganando menos que en los clubes de los que viene. El Celta sabe lo que hay que redactar para que el acuerdo sea efectivo. Lo tiene en su mano y lo puede asumir. Pero juega al envite con los flecos. Como ese compañero de mus que te revienta la partida con un órdago a los pares cuando llevas de cara el mejor juego. Si quieren a Óscar, fírmenlo. Y si quieren volver a la ruleta de los últimos años, díganlo también.