El Celta aumenta su presión sobre David Costas y Jorge Sáenz

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

Los futbolistas entrenan en solitario, en otro campo, alejados de sus compañeros

07 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Celta quiere que Costas y Sáenz se marchen. Ya lo quería en verano, cuando se les comunicó que no entraban en los planes del entonces técnico, y se lo ha vuelto a decir ahora, en boca también de Eduardo Coudet. Pero ha ido más allá, ante lo inmediato del mercado invernal en el que el club pretende deshacerse de ambos futbolistas, y ha dado orden para que ambos sean excluidos de la dinámica de grupo. Costas y Sáenz ya no solo no entran en ninguna convocatoria -ni siquiera en la de Copa con el equipo mermado lo hicieron- también han sido apartados de los entrenamientos junto al resto de sus compañeros. Ambos acuden a las sesiones de trabajo, a la misma hora a la que se cita al resto del plantel, pero se ejercitan al margen en otro campo distinto.

El Celta ha vuelto a contactar con el Valencia en las últimas fechas para tratar de rescindir la cesión de Sáenz, por el que también ha preguntado el Huesca. El tinerfeño llegó a Vigo en la operación de venta de Maxi Gómez y en su cesión por dos años se incluyeron cláusulas de penalización por incumplimiento: de tres millones de euros durante el primer año y de un millón durante el segundo. En el club vigués confían que la negociación llegue a buen puerto en las próximas semanas.

El caso de Costas es distinto. Ha recibido en los últimos meses varias propuestas, de Segunda División y de ligas extranjeras, pero al central de Chapela ninguna parece haberle convencido hasta ahora. En alguna ocasión deslizó que quería cumplir su contrato con el Celta, que renovó en mayo del 2019 hasta junio del 2022, si no aparecía una propuesta que le convenciese en lo deportivo y lo personal.

Jonny y Sergi Gómez, apartados

El club da de esta forma un paso más en una política de «códigos rojo» que puso en marcha en el verano del 2018. Ese mes de julio la plantilla, entonces dirigida por Mohamed, se concentró en la isla de A Toxa con 29 futbolistas. Otros tres quedaron excluidos: Jonny Otto, Sergi Gómez y Nemanja Radoja. Los tres habían rechazado la oferta de renovación que les había propuesto el Celta y tenían por delante un año más de contrato. El club iniciaba así una controvertida política interna para presionar a los futbolistas. Jonny y Sergi Gómez permanecieron en Vigo, entrenando al margen, y al serbio se le ofreció la posibilidad de ampliar sus vacaciones en su país a la espera de que se resolviera su salida. «Es muy raro», admitió por aquel entonces en público el capitán Hugo Mallo.

Antes de que finalizase aquel mes de julio, el Atlético de Madrid anunció el fichaje de Jonny Otto y su inmediata cesión al Wolves, que lo acabó fichando en la siguiente ventana invernal, y el Sevilla la contratación, por cuatro temporadas, de Sergi Gómez. Ambos abandonaron la disciplina del Celta, pero Radoja se quedó.

El año en blanco de Radoja

El club decidió mantener el castigo sobre el serbio, que se pasó toda la temporada sin jugar. Ni siquiera cuando el equipo adoleció de recambios en la medular, y el concurso de Radoja parecía indispensable, abrió la mano al indulto. El centrocampista alternó entonces algunas sesiones de trabajo en solitario con otras en las que formó parte del grupo como un integrante de la plantilla más. Eso sí, sabiendo que los méritos que acumulase en las sesiones de trabajo eran irrelevantes para su concurso. Y no por decisión de sus técnicos -hasta tres tuvo el Celta esa temporada- sino por la orden dada desde la dirección del club.

El Celta se manejó entonces en un terreno delicado, con la opción abierta de denuncia ante el sindicato de trabajadores de la AFE, que llegó a pedir la reincorporación de los tres futbolistas apartados en julio. El club fue capeando luego con el serbio las consecuencias de una posible inspección de trabajo. Radoja se marchó libre al Levante al finalizar la temporada.

Beauvue, el último damnificado

Claudio Beauvue fue el último en padecer el particular código interno del Celta. Tras las cesiones al Leganés y al Caen -del que fue apartado por el club galo- regresó a Vigo en el verano del 2019. El delantero, con contrato hasta el 2022, no quiso salir de nuevo cedido y el Celta, que no contaba con él y pretendía deshacerse de su elevada ficha, respondió apartándolo y dejándolo sin competir. En enero del pasado año aceptó rescindir su contrato, tras aceptar una oferta del Deportivo.