«El esfuerzo y el sufrimiento merecieron la pena al dejar al Celta en Primera»

La Voz VIGO

GRADA DE RÍO

GerardFranco / AGENCIA LOF

Óscar García repasa su etapa en Vigo y se queda con la satisfacción de la salvación «independientemente de lo que vino después»

09 feb 2021 . Actualizado a las 21:31 h.

El que fue entrenador del Celta durante casi un año entre noviembre del 2019 y del 2020, Óscar García Junyent, ha repasado su trayectoria como técnico en The Coaches’ Voice. Y en su relato ha habido espacio para lo vivido en Vigo, en su reto profesional más reciente, que terminó con su cese y relevo por el actual entrenador, Eduardo Coudet.

El catalán recuerda, como comentó más veces, que el Celta era uno de los equipos que le gustaban para entrenar en España. «Y llegó la llamada en noviembre de 2019. Firmé con el equipo en posiciones de descenso, con nueves puntos y solo dos días para preparar el primer partido ante el Barcelona», rememora. Era consciente de que se enfrentaba a un reto complicado, pero lo hacía con confianza. «Sabía de la dificultad, pero estaba convencido de que había buena plantilla, que se podían hacer cosas».

García Junyent se veía ante «una situación nueva» para él como era luchar por la permanencia. «Yo hasta entonces había tenido la suerte de pelear siempre por títulos o de quedar entre los mejores de cada competición. Pero esa presión no tiene nada que ver a cuando peleas por no descender», subraya. En su cabeza estaba que «si fallas, mucha gente del club puede perder su trabajo. Eso hace que le des muchas vueltas a la cabeza. El tiempo entre partido y partido algunas semanas llegaba a ser eterno», expresa.

Recuerda que uando se reanudó el campeonato después del parón por la pandemia, «cambió algo la dinámica». «Jugábamos cada dos o tres días, y eso al menos no te dejaba mucho tiempo para pensar en otra cosa que no fuera fútbol. Acababa un partido y rápidamente en tu cabeza estaba el siguiente», dice. Después cuenta cómo fue llegar a la última jornada sin estar salvados: «En momentos de máxima tensión, cuando realmente lo pasa mal un entrenador». Tras empatar ante el Espanyol, una victoria del Leganés les llevaba a Segunda. «Cuando acabó su partido con 2-2 sentí que se acababa la pesadilla. Por fin. Habíamos dejado al Celta en Primera División».

Con aquella salvación, «el esfuerzo y sufrimiento había merecido la pena independientemente de lo que pasó después», con su salida del equipo en noviembre pasado. «Obviamente, cuando llegas a un equipo quieres que todo vaya mejor y pelear por grandes objetivos. No pudo ser, pero una experiencia así también te ayuda a crecer como entrenador». Porque, añade, «no solo está ese lado de hacer progresar al jugador desde lo que uno le puede aportar, también está ayudarlo en todo lo que puedas a salvar una situación tan complicada».

Y termina indicando que quizá lo fácil en su día hubiera sido quedarse en el Juvenil del Barcelona durante más tiempo o incluso hacer carrera allí. «Pero no soy una persona conformista. Quería probar la experiencia a nivel profesional. Una vez que das ese paso, se trata de vivir cada cosa que te va llegando», concluye.