María Juncal, la madre con tres trabajos de fin de semana y la más orgullosa de Iago Aspas

M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

María Juncal, a la izquierda, junto a su hijo Iago, su nuera, sus nietos y su marido
María Juncal, a la izquierda, junto a su hijo Iago, su nuera, sus nietos y su marido XOAN CARLOS GIL

La progenitora del jugador del Celta despertó carcajadas con su naturalidad a la hora de contar anécdotas de céltico y de cómo ha vivido ella su carrera en el documental sobre él

26 oct 2022 . Actualizado a las 23:43 h.

Iago Aspas estuvo acompañado por su familia al completo en el photocall previo a la proyección del documental Corazón celeste, y también de amigos que considera familia, como Roberto Lago. Entre quienes posaron con él estaba una de las grandes protagonistas del informe, su madre, María Juncal. Ella, la mariscadora que tenía tres trabajos más el fin de semana y a la que le quedaba tiempo para ir a ver los partidos de sus hijos, desató más de una carcajada con su manera de contar anécdotas de la vida de su hijo o de sus propias vivencias.

Con la naturalidad de si estuviera hablando con cualquier amiga, María relata ante las cámaras diferentes momentos de la vida y la trayectoria de Iago, cuyos partidos se ha resistido a dejar de seguir desde la grada. «Nos dan invitaciones, pero yo me voy arriba, a donde está la peña, a las quimbambas», dice ella. La misma que más de una vez reñía a Iago por protestar a los árbitros —«le decía: ‘Calla la boca, no protestes'» — y que no se creía nada cuando él respondía que no se repetiría.

Recuerda la matriarca a aquel Iago para el que cualquier momento era bueno «para dar unos toques a su balón». Y al Aspas al que cuando se lesionó en el 2019 llegaron a pedirle que volviera «hasta en un tanatorio». María también tira para casa, con el humor que impregna sus intervenciones: «En las cosas que hacen mal, los hijos salen al padre; en las que hacen bien, a mí».

A la madre de Iago se la ha visto en muchas ocasiones viajando en los autobuses de aficionados para los partidos a domicilio del equipo, junto a su marido o con amigas; también en eventos de la Federación de Peñas, también como una peñista más.

Se acuerda del «gracias por parir» que le cantaban el resto de aficionados en uno de esos viajes, pese a que ella siempre prefiere pasar desapercibida. Porque en muchas cosa es una más, pero es la madre de una leyenda viva de la historia del Celta.