El Celta pasa del desastre a rescatar un punto de oro en Sevilla (2-2)

X.R. CASTRO VIGO

GRADA DE RÍO

José Manuel Vidal | EFE

Los vigueses, que jugaron con un futbolista más 70 minutos, perdían 2-0 en el 89, pero Miguel Rodríguez y Paciência equilibraron la contienda

07 abr 2023 . Actualizado a las 23:39 h.

El fútbol puede ser magia pura. El Celta deambuló por el Sánchez Pizjuán durante 89 minutos pese a jugar 70 con un futbolista más. En inferioridad, el Sevilla se defendió con comodidad y se adelantó con dos goles, uno de estrategia de En-Nesyri, y otro con un tiro lejano de Acuña. Pero cuando el partido languidecía, Miguel Rodríguez, que volvió a jugar en Primera casi dos años y medio después, acortó distancias con un zurdazo pegado al palo y en el 93 Gonçalo Paciência empató de cabeza. Un punto de oro después de un partido que apuntaba a desastre.

Y eso que la contienda se ponía de cara muy rápido. El Sevilla se quedó con 10 a los 18 minutos por una doble amarilla a Gueye (por un codazo a Renato Tapia y un pisotón a Iago Aspas), pero el equipo de Carlos Carvalhal tuvo mucho el balón y apenas generó ocasiones. La única, una pillería de Iago Aspas dejando pasar el balón servido por Carles Pérez entre sus piernas, que Badé sacó sobre la misma línea tras engañar el de Moaña a Dmitrovic.

El dominio insulso, unido a la corrección táctica del Sevilla y al escaso ritmo de partido, hizo que los hispalenses, sin atacar, comenzasen a asomar la cabeza con el balón parado, especialmente a base de córneres. Y en uno de ellos, en el minuto 43, En-Nesyri saltó por encima de todos (Unai Núñez perdió la marca) y cabeceó de espaldas al fondo de las mallas. Por tercera jornada consecutiva, los célticos encajaban gol a saque de córner lo que confirma que el mal no está erradicado.

El 1-0 reforzó el plan del Sevilla y complicó más la vida al Celta, que ganaba la posesión en balde, pero que tuvo el empate con un disparo de Tapia, que recibió libre de marca en la frontal, si bien su tiro salió ajustado al palo pero por fuera. El peruano fue una de las dos novedades de un conjunto vigués huérfano de Gabri Veiga. La otra fue Franco Cervi, que volvió al once tras nueve jornadas.

El argentino fue el primer sacrificado en el descanso regresando al verde Luca de la Torre, más activo aunque la decoración no cambiase. El Celta se perdía en una sucesión de pases horizontales, rozando el pasivo si fuera balonmano, y al Sevilla le bastaba con estar bien colocado y cerrado para llevar el partido a su terreno. A la hora de partido, Carvalhal prescindió de la otra novedad, Tapia, y metió en el campo a Paciência para jugar con dos nueves de referencia, colocando a Aspas como verso libre. En realidad, como organizador del juego de ataque desde la media punta. El moañés fabricó la primera ocasión del segundo acto llevando el balón hasta la línea de fondo para que Paciência rematase su primer balón al palo.

A falta de un cuarto de hora, Carvalhal, que demostró una vez más lo positivo de su carácter invercionista, se lo jugó todo metiendo en el campo a Larsen, Miguel Rodríguez y Óscar Rodríguez, que actuó como único mediocentro. José Luis Mendilibar respondió al instante metiendo piernas frescas, aunque el golpe la firmó un campeón del mundo como Acuña con un disparo lejano que se coló pegando al palo.

A los 89 minutos Miguel Rodríguez se estrenó como goleador en Primera con un zurdazo pegado al palo,después de intervenir Iago Aspas en la jugada y de asistir Larsen. Con el 2-1 el árbitro solo dio cuatro minutos de alargue pero en el minuto 93 un salto de Paciência llevó el balón al fondo de las mallas tras pegar en el palo. Centró Hugo Mallo, tras apertura de Aspas, y el luso tuvo que rectificar su posición en el salto ganándole la partida a Óliver Torres. Incluso en el último suspiro otro remate del luso pudo darle el triunfo a los célticos, pero Dmitrovic detuvo el balón. Un apoteósico final para un partido que parecía haberse torcido. Los vigueses ya encadenan siete jornadas sin perder.