
Un sector del celtismo dejó ver su descontento pidiendo la dimisión del entrenador, que por el momento mantiene el respaldo de la cúpula directiva
25 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Rafa Benítez desarrolló un plan perfecto en la Copa en las cuatro primeras eliminatorias, pero falló en el momento culminante, en los cuartos de final, y el entrenador se convierte en el gran señalado de la eliminación del Celta. No por caer ante un equipo superior como la Real Sociedad, sino por la manera de hacerlo. Sin presentar batalla en todo el primer tiempo, sin competir, repitiendo el sistema y la idea del naufragio del sábado y apostando por una mezcla de titulares y suplentes en la que se echaron de menos piezas como Iago Aspas desde el principio. El resultado fue un sector del público pidiendo su dimisión en la recta final del partido. Por el momento, sigue contando con la confianza de la cúpula del club, pero la situación podría volverse insostenible si no cambia el panorama en la competición liguera, a la que ahora debe dedicarse el equipo en cuerpo y alma.
Para comenzar, Benítez incidió en el 4-4-2. El mismo sistema con el que había naufragado ante el mismo rival tanto en la primera parte de Anoeta como en los 30 minutos iniciales del partido de liga del sábado pasado. En teoría, el dibujo estaba pensado para contener mejor con dos mediocentros defensivos puros como Renato Tapia y Jailson y para atacar más por las bandas, teniendo en cuenta que se trataba de un partido de Copa del Rey, pero el Celta se fue al descanso sin un solo tiro a puerta, mirando a Remiro con prismáticos, sin oler el balón y perdiendo todos los duelos ante una Real que parecía un equipo de gigantes y de otra categoría. Una de las críticas más repetidas hacia el entrenador es su conservadurismo y no explotar de mejor modo la plantilla más cara de la historia del club (79,8 millones de límite salarial).
No fue hasta la segunda mitad cuando el equipo dio síntomas de vida ofensivos, aunque su oleada real en ataque no llegó hasta el 0-2 y cuando Iago Aspas ya estaba dentro del campo, liderando el juego celeste. El entrenador le dio la última media hora al 10 celeste. El gol de Luca de la Torre no sirvió para calmar los ánimos de una afición que rindió un espectacular recibimiento a los suyos y que no paró de animar en todo el partido, pero en la recta final de la eliminatoria, un sector importante de la grada de animación, y secundada por otra zonas del estadio, pidió la cabeza del entrenador y reclamó a Claudio Giráldez, el preparador del filial, como sustituto en el banquillo del primer equipo.
«Benítez, vaite xa»
«Benítez, vaite xa», fue el cántico más escuchado cuando se aproximaba el pitido final de Soto Grado. Preguntado el entrenador por estos cánticos en la rueda de prensa no quiso entrar en materia y se limitó a decir que estaba pensando en el partido y en su cometido: «Mi trabajo era estar en el campo, hacer los cambios para darle la vuelta a las cosas y ha salido bien, pero no ha sido suficiente porque hemos regalado, entre comillas, ese primer gol y el segundo».
Esas palabras, unidas a su mensaje al celtismo —se le pidió que diera uno— de que «el equipo siempre compite y da la cara», indignaron a muchos aficionados a través de las redes sociales. Por esa vía, de hecho, los comentarios contra el técnico y pidiendo que deje de serlo ya se llevan leyendo mucho más tiempo del que han tardado en escucharse en el estadio del conjunto vigués.
Porque la dolorosa eliminación copera devuelve al entrenador a la casilla de partida para la liga, en donde firma uno de los peores bagajes estadísticos del club en Primera División a lo largo de su historia. Pese a todo, y con tres años de contrato por delante, el técnico madrileño continúa teniendo crédito por parte de la cúpula directiva. Benítez es una apuesta personal de la presidenta del club, Marián Mouriño, y el escenario solo podría cambiar si pierde la confianza del vestuario celeste.