El Celta, que sumó diez de sus últimos doce puntos como local, busca un triunfo decisivo para la salvación ante un Athletic sin Nico Williams
14 may 2024 . Actualizado a las 22:46 h.Balaídos se ha erigido en el nuevo aliado del Celta después de meses convertido en un problema. Los vigueses han sumado sus últimos siete puntos con Claudio Giráldez en el banquillo ejerciendo de locales con un empate ante el Rayo Vallecano y dos victorias recientes a costa de Las Palmas y Villarreal. Esta noche, sube la exigencia con la visita del campeón de Copa y quinto clasificado en la liga, el Athletic Club, pero con el suculento premio de hacer cumbre con dos jornadas de antelación o, al menos, dar un paso definitivo para seguir siendo uno de los ocho clubes anclados a la élite desde el 2012.
El coliseo vigués fue una tortura durante mucho tiempo. Los celestes no marcaron hasta el cuarto capítulo en casa (lo hizo en Alavés en propia meta) y no ganaron hasta el noveno encuentro como locales, cuando un taconazo de Strand Larsen llevó al Granada a la lona. Para entonces, ya era diciembre.
El panorama comenzó a variar con el cambio de año con el triunfo a costa del Betis, pero luego hubo que esperar otros dos meses para salir de Balaídos con una sonrisa. Fue en el dramático partido ante el Almería, el último encuentro de Rafa Benítez como local en el banquillo celeste y el primero de una racha que ha llevado al conjunto vigués a sumar diez de los últimos doce puntos disputados en casa, algo vital para la tarea de la permanencia.
Esta noche tiene la oportunidad de ampliar la racha a cinco partidos sin perder y en caso de enlazar una tercera victoria consecutiva ante un Athletic Club sin Nico Williams, descarte de última hora por una sobrecarga en la musculatura isquiotibial de su pierna derecha, la permanencia sería matemática o virtual en función del resultado del Cádiz en el Pizjuán. Para el Celta es su particular final ante el flamante campeón de Copa. Si el Athletic ganó su primer título en 40 años en la final de La Cartuja para el Celta cada año de permanencia en Primera equivale al premio mayor. Están en juego muchos millones y la oportunidad de consolidar el proyecto de Marián Mouriño sin necesidad de dar rodeos por el fútbol de plata.
El celtismo lo sabe y pese a lo intempestivo de la hora, un miércoles laborable a las diez de la noche, ha organizado el primer recibimiento de la temporada en liga con la esperanza de empujar desde la llegada del autobús. Además, ya no quedan entradas.
Porque después de las últimas experiencias en Vigo, nadie quiere dejar los deberes para el último día, sino aprovechar la segunda oportunidad que le brindan las matemáticas para sellar la permanencia en un año que comenzó torcido y que podría terminar con el objetvo cumplido con antelación.