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Claudio Giráldez lidera un proyecto que se pone en marcha con una decena de canteranos en una plantilla llena de ambición para la liga
16 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El Celta de Claudio Giráldez suelta amarras. Lo hace con una apuesta por la cantera sin dobleces, con dos únicos fichajes y ambos como cedidos, sin el máximo goleador de la temporada pasada (Larsen), con el convencimiento de que Tasos Douvikas asumirá el relevo y, sobre todo, con Iago Aspas a los mandos, un seguro de vida para un club que está a una permanencia de igual su serie más larga en Primera División (catorce temporadas).
Si no fuera por la operación salida, todavía inconclusa después de expedir nueve billetes, el Celta tuvo el verano más parecido a lo que puede tener un equipo con las restricciones del Athletic. Sin apenas entradas y tirando de la gente de casa. Por convicción, con ese nuevo modelo de adelantar los procesos, y necesidad —las apreturas económicas derivadas de una pésima gestión deportiva anterior—.
Por primera vez en cuatro décadas, el Celta apuesta por un técnico de casa como punto de partida y este, a su vez, tira de aquellos que vio crecer en las categorías inferiores. De su mano suben cuatro jugadores, se consolidan dos más, regresa un cedido y en total hay (de momento) una decena de jugadores de casa en el vestuario celeste.
Todos ellos garantizan compromiso, pero el equipo necesita un año tranquilo después de muchos infartos con final feliz y la mejor manera de alcanzarlos es comenzar ganando en la ópera prima del campeonato, algo que no sucede desde el lejano 2015. Un triunfo cargaría de confianza, además, a la pléyade de imberbes por los que ha apostado Claudio Giráldez. Los soldados del 3-4-3.
El verano ha dejado buenas sensaciones en cuanto a la efectividad y la presión alta, y alguna preocupante duda en el sistema defensivo de un equipo que necesita bajar su cifra de goles encajados en las últimas temporadas. En términos numéricos, una sola derrota en un exigente calendario es un dato a tener en cuenta, pero hace tiempo que la pretemporada se ha convertido en mentira para un Celta que casi siempre promete más de lo que termina consiguiendo y que se ha acostumbrado a ir a remolque desde la primera fecha.
A punto de cumplir 101 años, estrena temporada con dos partidos consecutivos en casa ante rivales de su liga. El Alavés fue una de las revelaciones del curso pasado, pero los babazorros han cambiado mucho y su rol en la nueva liga es una incógnita, aunque sus tres triunfos en los duelos ante los equipos de Primera son todo un aviso de lo engrasados que están los de Luis García Plaza.
El arranque de temporada se completa con un Balaídos abarrotado en un día festivo en Vigo y en pleno agosto, buena prueba del respaldo popular que tiene el club que preside Marián Mouriño en los últimos tiempos y pese a todos los avatares.