De Panenka al desaliento

Iván Antelo REDACCIÓN

GRADA DE RÍO

Óscar Vázquez

Marcos revivió el penalti de la leyenda checa casi medio siglo después de su invención en la Euro 1976; pero no aportó la tranquilidad buscada

19 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Marcos Alonso recibió el balón de Óscar Mingueza y encaró los once metros, lanzó un mensaje, además del balón hacia la red. Su Panenka también fue un grito desesperado reclamando la tranquilidad, que no llegaría. Una forma de intentar ahuyentar nervios en una plantilla de chavales más acostumbrada a otras lides en el fútbol. Ya lo había dicho Claudio Giráldez en la previa: «Tiene mucho peso en el equipo y en el vestuario, y por eso ha tenido la continuidad que ha tenido, y la trayectoria que ha tenido, que no la regalan. Ojalá pueda hacer un partido en su línea, y aportarnos esa tranquilidad ofensiva y defensiva. Ojalá pueda estar igual de solvente que ha estado a lo largo de la temporada».

Ni diez minutos tardó Alonso en cumplir el deseo de su entrenador. ¿Cuántos jugadores tienen la personalidad y los arrestos para ejecutar una pena máxima con ese peculiar estilo que está a punto de cumplir medio siglo de existencia? Y más aún, teniendo en cuenta que enfrente tenía a Augusto Batalla, uno de los parapenaltis de la Liga (al Leganés le llegó a parar dos en un mismo partido), que además acabó siendo decisivo en los últimos compases del encuentro de Balaídos.

Cuando Antonín Panenka (Praga, 1948) se inventó aquella genialidad en la tanda de penaltis de aquel Checoslovaquia - Alemania Federal, en la final de la Eurocopa 1976, batiendo al mito Sepp Maier para darle el título a su selección; Marcos todavía no había nacido. Su abuelo, Marquitos, hacía poco que había colgado las botas en el Tolosa (1971) tras ganar cinco copas de Europa con el Real Madrid (entre 1956 y 1960); mientras que su padre (Marcos Alonso Peña) estaba a punto de debutar en Primera División con el Racing de Santander (1977).

Marcos tributó a Penanka, pero ni su gol consiguió que el Celta siguiera jugando sin miedo. Quizás por eso, al ex del Barcelona se le vio más agitado de costumbre, intentando estar en todas partes. Hasta vio una tarjeta amarilla, entre tanto y tanto del Rayo para remontar el encuentro. Uno de ellos, con desgraciado protagonismo suyo.

Alonso jugó 84 minutos. Firmó siete despejes, ganó todos los duelos aéreos (5 de 5), bloqueó tres tiros y acertó en el 80% de los pases (49 de 56, dos de ellos claves). No fue el mejor partido del Celta. Quizás le pudo la presión. O simplemente que el Rayo supo jugar mejor su partido. Pero Marcos volverá a luchar para al Celta a Europa.