Mingueza y Aspas tienen mucho más que un pase

GRADA DE RÍO

Miguel Vidal | REUTERS

Ambos fueron determinantes para romper el orden y el equilibrio del PAOK

03 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Un buen pasador siempre tiene sitio reservado y preferente en cualquier equipo. Si se juntan más de uno, el fútbol parece mucho sencillo de lo que es. Ante el PAOK brillaron en esa faceta uno que siempre ve el fútbol con visión periférica, Iago Aspas, y otro, Mingueza, que es más difícil de clasificar porque puede hacer de todo y probablemente esa capacidad multifuncional lo lleva a veces a diluirse. Esta vez le tocó jugar por la izquierda y fue de los más clarividentes en la distribución. Le dio mucho aire al colectivo celeste.

Frente al conjunto griego, el zaguero tuvo una participación clave en los dos primeros goles. En el que abrió el marcador, porque ganó la línea de fondo con criterio y sirvió un envío milimétrico a la cabeza de Iago Aspas.

En el segundo combinó la velocidad de pensamiento con la precisión en la ejecución para darle toda la ventaja a Williot Swedberg en carrera. Un buen ejemplo de cómo romper la estructura de contención helena con un pase, con un clic. El sueco no estuvo fino en la definición, pero Borja Iglesias se puso el traje de matador para cazar un rechace que no era nada sencillo y alargar su idilio con el gol, con la sencillez con la que manufactura.

Lo de Iago Aspas es una muesca más en su hoja de servicios. Pasan los años y mantiene la ilusión de aquel niño que soñaba con jugar «en el Celta de mayores». No hay más que verlo celebrando el tercer tanto después de la intriga del VAR.

Se le está viendo una evolución en su fútbol con la edad. No vive tan cerca del área como antaño, viene más a recibir y distribuir. Ahí saca su talento natural. En conducción lleva siempre la cabeza erguida, con el radar activado, midiendo tiempo y espacio para escoger, las más de las veces, la mejor opción, el envío que hace daño a la espalda de la zaga rival.

Por galones, por historia y por trayectoria se merecía la autoría de un gol que marcó el inicio de una remontada con valor anímico añadido, porque cuando los griegos se adelantaron, en una acción aislada, empezaba a flotar la incómoda sensación de que se abría la jaula de los miedos y las dudas.

El equipo supo sobreponerse y, como en tantas ocasiones precedentes, con Iago Aspas en papel destacado. Lo mismo que Óscar Mingueza. Fueron determinantes para romper el orden y el equilibro del PAOK.