Un cierre de año del Celta contra todo

X. R. C. VIGO

GRADA DE RÍO

Williot Swedberg, Laura Centoira y David Areal, en el inicio del entrenamiento de ayer.
Williot Swedberg, Laura Centoira y David Areal, en el inicio del entrenamiento de ayer. M.MORALEJO

El equipo vigués afronta sin Borja lesionado, con bajas, con cansancio y tocado por la eliminación de Copa, el epílogo del 2025 ante un Oviedo que estrena técnico

20 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Sin Borja Iglesias, sin el pulmón de Pablo Durán, con las piernas cargadas tras ocho partidos -con dos prórrogas- en 28 días, con bajas y con el duelo de la eliminación copera ante un Segunda División. Así afronta el Celta el último partido del año en el Carlos Tartiere ante un Oviedo con nuevo entrenador, lo que añade un punto de incógnita, además del efecto revulsivo que todo cambio acarrea.

Los vigueses afrontan la última cita del año con medio entrenamiento (apenas media hora de campo este viernes) y con un viaje de cinco horas en autobús, pero con la esperanza de pasar página del revés copero en Albacete y de marcharse al parón liguero con una quinta victoria consecutiva a domicilio en liga para engordar el récord en curso.

El gran problema es cómo responderá el Celta a un partido sin Borja Iglesias, que se ha convertido en una especie de faro. El compostelano es el jugador más determinante, no solo por sus goles sino por su juego y por las opciones que le da al equipo, pero el cuerpo le ha dicho basta. El Panda arrastraba un problema físico desde el partido con el Sant Andreu, esa molestia provocó que apoyase de manera distinta, lo que le ha ido mermando de un modo progresivo -ya había sido duda ante el Athletic-.

Como consecuencia, el pasado miércoles sufrió un espasmo muscular en el costado que le obligó a aguantar hasta el minuto 90 casi andando y a ser relevado antes de la prórroga aprovechando el sexto cambio. «Es una situación entre las costillas que hace que prácticamente no tenga movilidad ahora mismo», explicó Giráldez. Una vez descartado, le sacaron líquido del muslo para investigar el origen de la lesión y buscarle remedio con el fin de que esté disponible el 3 de enero ante el Valencia, el primero del próximo año.

Para suplirle, el Celta tampoco puede contar con Pablo Durán, a quien se le echa de menos más que nunca, y las opciones se reducen a apostar por Ferran Jutglà, a quien un exceso de responsabilidad le está pasando factura o jugar con un nueve falso, papel que parece difícil que pueda desempeñar Iago Aspas después de que jugase los 120 minutos en el Belmonte. En la convocatoria aparece Hugo González, el máximo artillero del filial, pero el valenciano no es un nueve al uso, sino que está más cómodo partiendo desde la banda.

La contienda será una lucha contra el cansancio físico y mental. Los célticos acaban el año con 2.400 minutos encima, el equivalente a 26,6 partidos (dos tercios de liga si fueran solo en la competición regular). Un tute sin parangón que tan solo supera el Rayo. Pese a todo, Claudio quiere ponerle el mejor colofón a un año que califica de «irrepetible». Si hoy ganan en el Tartiere ya habrán mejorado la primera vuelta de la campaña pasada.