«¡Defendamos esta nueva ofensa!"»

HEMEROTECA

CEDIDA

«Solo Galicia es la desheredada: ¿Hay que hacer un tratado de comercio? Pues es necesario salvar los egoístas intereses de los catalanes». Han pasado casi 140 años desde que La Voz, que solo tenía entonces unos días de vida, publicase esta airada protesta en primera página. El tren del progreso (esa vez por un acuerdo con Inglaterra que perjudicaba a la carne gallega) seguía pasando de largo. El otro, también: no llegaría hasta 1885... y parece que ahora alcanzará con retraso la estación de los fondos europeos Next Generation.

22 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Esta querida región gallega no se levantará de su humillante postración y de su cruel ruina sino el día en que la paciencia de sus hijos se convierta en energía y virilidad». Así comenzaba este editorial de La Voz del 31 de enero de 1882. Toda una declaración en defensa de los intereses de su tierra en una época lejana en el tiempo, pero cercana en las reivindicaciones necesarias. La última, que Galicia no se quede marginada en el reparto de los fondos europeos, con casos tan sangrantes como el de la industria del automóvil, ni sea un apéndice de la Agenda 2030.

Pongámonos en el contexto de aquel artículo: en una Galicia aún lamiéndose las heridas de la destrucción de su industria del lino para favorecer a los empresarios catalanes que trabajaban con algodón, la desidia de Madrid (o más bien otros intereses ocultos, según deslizaba el periódico) en las negociaciones comerciales con Inglaterra que perjudicaban las exportaciones de carne gallega hizo subir la voz por primera vez al joven diario «político y comercial», como rezaba en su cabecera, pidiendo reacciones ante «esta nueva ofensa».

«Solo Galicia es la desheredada», clamaba el artículo, que además de recordar los tratados de comercio vigentes que protegían a otros y salvaban «sus egoístas intereses», pasaba a relatar una serie de agravios con varias comunidades:

«¿Hay que abrir nuestras fronteras a los productos franceses? Pues hay que amparar los vinos de Aragón. ¿Hay que llevar reformas a Cuba? Pues es necesario proteger los trigos de Castilla. ¿Hay que resolver la cuestión de cabotaje con las Antillas? Pues hay que poner a salvo los intereses de los azucareros andaluces».

El editorial arrojaba a continuación un profundo lamento: «Si tuviésemos tiempo habríamos de demostrar el desdeñoso abandono con que siempre se nos ha tratado».

«Ahora —continuaba aquel texto que aparecía en la primera página— estamos amenazados de una calamidad terrible: ¿Qué ha hecho el Gobierno para impedir que nuestro principal comercio de exportación con Inglaterra esté casi paralizado? Lo que ayer solo era un obstáculo fácil de remover, es hoy una prohibición absoluta que arruinará por completo nuestras comarcas», advertía La Voz antes de precisar la magnitud del problema: «Noticias nos permiten afirmar que el Gobierno británico ha mandado partes a sus agentes anunciándoles la prohibición de entrada de carnes vivas españolas en el Reino Unido. ¿A qué obedece esta medida que sumirá en la miseria a una gran parte de nuestros labradores? ¿Qué intereses ha tenido que proteger para dejar en orfandad tan grande los intereses de la producción gallega?

La pregunta la responde nuestra hemeroteca: para proteger con aranceles la industria textil catalana frente a la inglesa, de más calidad y más barata, había que pagar otros peajes. La Voz, desde luego, no se cegaba negando la cuestión en toda su perspectiva. En otro de sus artículos de la época, el periódico elogiaba, por ejemplo, el arrojo de los catalanes en defensa de sus asuntos y de la descentralización, aunque precisaba que «no puede ser que los intereses de uno solo perjudiquen al resto del Estado». Ecos de otros tiempos que llegan hasta la mesa de negociación Sánchez-Aragonès.