La temporada de ciclones tropicales podría ser más intensa que otros años
06 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El pasado 1 de junio no solo comenzó el verano climatológico en el hemisferio norte, sino también la temporada de ciclones y huracanas. Se extenderá hasta el 30 de noviembre. Para que se formen las tormentas tropicales son necesarias unas determinadas condiciones, sobre todo en lo referente a la temperatura del agua, que debe superar los 26 grados. Es en esta época del año cuando coinciden todos los ingredientes. Por ello existe una temporada.
Las previsiones apuntan a unos meses activos en el Atlántico debido a la combinación de dos factores: La Niña y aguas más cálidas de lo normal. La Niña, al contrario que ocurre con El Niño, favorece que aumente la actividad ciclónica porque reduce la cizalladura, los vientos que soplan en las capas altas de la atmósfera. Los sistemas de bajas presiones tropicales son estructuras muy débiles en sus primeras horas de vida, y si este viento en altura sopla con fuerza bloquea su crecimiento.
Por si fuera poco, investigadores de la Universidad de Miami acaban de señalar una circunstancia que podría aumentar la posibilidad de que se desarrollen huracanes mayores, cuando la categoría es 3 o superior. Una corriente local que hay en las aguas del golfo de México también se encuentra actualmente más cálida de lo normal.
Las tormentas tropicales que acaban llegando como huracanes al golfo de México y a Estados Unidos surgen en las aguas de Cabo Verde, frente a las costas de África. El proceso comienza con una ligera perturbación del aire que sale del continente africano y llega al océano empujada por los vientos alisios, que soplan del este al oeste, justo al contrario que en nuestras latitudes.
En la región tropical del Atlántico, el agua caliente alimenta la perturbación hasta convertirla en una tormenta. A medida que viaja por el océano empieza a ser un sistema de bajas presiones cada vez más profundo y que va sumando categoría.
El problema de esta anomalía positiva en las aguas justo en la zona del golfo de México es que cuando el huracán alcanza esta región ya es un bicho enorme y peligroso. Si, además, justo antes de tocar tierra obtiene un aporte extra de evaporación podría intensificarse y convertirse en un huracán mayor.
Esta previsión sobre la actividad ciclónica en el Atlántico afecta directamente a Galicia. Si el número aumenta, también lo hace la probabilidad de que alguno de los gigantes de la atmósfera que suelen nacer cerca de Cabo Verde se desvíe hacia el norte, sea absorbido por la circulación general atmosférica en nuestras latitudes, que sopla del oeste, y acabe afectando a la comunidad gallega.
Hace una década esta posibilidad parecía muy poco probable, aunque en los últimos años ha pasado en varias ocasiones, desde Ophelia en el 2017 hasta Pablo en el 2019. El caso de Pablo fue realmente llamativo, ya que pasó de ciclón tropical a huracán frente a las costas gallegas en un ambiente de lo más hostil para que ocurriese esta transición. Nunca antes se había producido un evento meteorológico de esta naturaleza. Galicia no debe quitar ojo al Atlántico.