Octavio Paz: Google recuerda la poesía del autor mexicano en el centenario de su nacimiento

Gracia Novás REDACCIÓN / LA VOZ

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Fue uno de los grandes poetas hispanos más influyente de la historia y su obra podría definirse como experimental e inconformista

01 abr 2014 . Actualizado a las 00:46 h.

Octavio Paz vuelve a la actualidad en el centenario de su nacimiento. Google no ha querido desaprovechar la ocasión de homenajear con uno de su populares doodles a uno de los escritores más influyentes del siglo XX y uno de los grandes poetas hispanos de la historia en una fecha tan señalada.

Su extensa obra, en la que sobresalen por encima de todo los poemas, ensayos y traducciones podría definirse como experimental e inconfomista, aunque definir a Octavio Paz es una tarea complicada. Arrancó como nemodernista, para pasar más tarde por la poesía existencial e incluso el surrealismo.

Aprovechó todos los movimientos que conoció, y de ellos cogió lo que le interesaba para llevar a cabo sus producciones. La preocupación social, muy presente en los primeros libros de Octavio Paz, trató temas como la soledad y la incomunicación. Pero el escritor dio un paso más y en sus últimas producciones se puede encontrar incluso bastante de esoterismo.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, calificó a Octavio Paz como «un mexicano excepcional» e invitó a sus compatriotas a seguir sus escritos y legado. «Hoy rendimos homenaje al hombre, poeta, intelectual, ensayista, embajador y mexicano excepcional Octavio Paz», declaró el mandatario en el marco de una ceremonia que se realizó en la Biblioteca de México con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de Paz. «Que mejor marco para este reconocimiento colectivo que la Biblioteca de México, este recinto resguarda un acervo histórico invaluable donde los mexicanos de hoy y de mañana pueden apreciar su valiosa obra», agregó el mandatario.

Vigencia en la actualidad

Tan vivos están el pensamiento y la obra del escritor Octavio Paz (México D.F., 1914-1998) que hoy, día en que cumpliría cien años, siguen vigentes un sinfín de discusiones en torno a su legado intelectual. Su propuesta fue tan amplia y abierta que sus exégetas y admiradores continúan intentando reducirla, clasificarla. El empeño en cuadrar su ideología -y traerla como ascua a la sardina propia- es solo un ejemplo de ese esfuerzo enriquecedor y, en muchos casos, los más egoístas, inútil.

Las derivas totalitarias, el caos que percibió entre los distintos partidos en el frente republicano de la Guerra Civil española desengañaron a Octavio Paz de las izquierdas: abandonó su militancia comunista de sus años jóvenes y, a partir de ahí, se le ha situado entre un liberalismo discreto, la socialdemocracia y su tozuda fe en la validez de la revolución, quizá heredada de su padre, un abogado que glosó cual cronista las hazañas y el valor de Emiliano Zapata. Nunca dejaría de hablar y de escribir como si su audiencia llegase de algún modo desde la izquierda.

Su compatriota el escritor Jorge Volpi elogiaba estos días su valentía: «En el ambiente de represión posterior al 2 de octubre, los versos de Octavio Paz fueron el más abierto desafío contra el Gobierno. Su poema México: Olimpiada de 1968 habría de convertirse en un ejemplo para muchos de los poetas más relevantes de la época, como José Emilio Pacheco, Gabriel Zaid y otros. Su renuncia como embajador de México en la India encarnó uno de los momentos más brillantes de la tradición del intelectual público en México. El poeta usó todo su prestigio para señalar los abusos del poder. Desde entonces, la figura del escritor comprometido adquirió cada vez mayor prestigio en nuestro país».

El escritor y exembajador chileno Jorge Edwards, premio Cervantes en 1999, trata de explicar esta virtud del vate mexicano: «Cuando una persona, en su juventud, descubre la belleza de la palabra poética, esa persona pasa a ser un disidente, un rebelde, un incómodo y hasta un ensayista político. En todos los poemas de Octavio Paz -reseña- la palabra se transforma en visión y reflexión».

Y es verdad que la temprana condición de poeta de Octavio Paz lo define todo, ya que desde ella proyectó su poliédrica figura intelectual, que lo llevó desde la política a la historia, desde la literatura a las culturas orientales, de la filosofía al ensayismo, de la crítica a la ciencia y la música. Nada era ajeno a la infinita paleta de colores del espíritu de Paz, que se convirtió en un gigante de gran impacto popular tras la concesión del Premio Nobel de Literatura en el año 1990.

El eco y el recuerdo de Octavio Paz tienen una fuerza extraordinaria. Desde que comenzaron los homenajes oficiales -el pasado 20 de marzo- en el Congreso de México con una sesión solemne en la que el presidente de la Cámara de Diputados, José González Morfín, entregó a la viuda, Marie Jose Tremini, una medalla conmemorativa, las muestras de cariño -y eso que el poeta no era de cercanía fácil- y reconocimiento, el debate, las reediciones se han desatado en el país norteamericano. Hasta tal punto de que la reedición del volumen con sus ensayos El laberinto de la soledad, Posdata y Vuelta al laberinto de la soledad se aupó al número 1 de las listas de ventas mexicanas en no ficción.

Un día antes de la conmemoración de los cien años del nacimiento de Octavio Paz fallecía en México la única hija del poeta, Helena Paz Garro, a los 74 años de edad.