Óliver y el agujero del mar

Raúl Villa Caro

RELATOS DE VERÁN

02 ago 2025 . Actualizado a las 22:17 h.

Como todos los veranos, el pequeño Óliver se fue a Pénjamo a casa de sus abuelos. Pero este iba a ser diferente. Su abuelo le había prometido que este año sería su bautismo de mar. Aunque al abuelo no le hacía mucha gracia la idea, enseguida se percató de que ya no podría aplazar más el viaje. El abuelo era capitán, pero no tenía barco, ya que estaba retirado. Por lo tanto, recurrió a un amigo suyo para que se lo dejara.

Al día siguiente, Óliver y su abuelo zarpaban en demanda de una experiencia única. A las pocas horas de navegación empezó a ocurrir un hecho insólito. El nivel del mar no paraba de descender. Óliver miraba con cara de extrañeza a su abuelo, quien tampoco parecía entender lo que allí ocurría.

De repente, en el horizonte vieron una ballena que se había quedado varada. El agua había descendido tanto que su parte superior empezaba a quedar en seco. En ese momento decidieron poner proa al cetáceo, y justo cuando estaban llegando a su altura, apareció una orca asesina.

En cuanto el abuelo avistó al depredador, le dijo a su nieto que se apartara de la borda, pero la orca se acercó y les dijo: «No os asustéis, no vengo a atacaros». En ese momento la ballena replicó: «Yo sé lo que está ocurriendo. Alguien ha quitado el tapón del fondo del mar». Los ojos de la orca, Óliver y su abuelo eran de incredulidad, pero la ballena apuntó de nuevo: «Estoy encima del agujero, pero no logro taparlo completamente».

En ese momento el abuelo tuvo una idea. El barco poseía una señal de navegación en forma de doble cono, que partió por la mitad, y lanzó al tiburón. Esta la cogió con sus colmillos y le gritó a la ballena: «Aparta». A continuación, el tiburón a gran velocidad clavó el vértice del cono, en el agujero, actuando como un tapón.

En ese momento el cielo se empezó a poner gris, y se desató una gran tormenta. Las lluvias ayudaban a recuperar el nivel del mar, y la ballena se sumergía. Óliver y su abuelo se mantenían en la borda, y ante tal diluvio el abuelo decidió ir a buscar ropa de agua para su nieto.

Y en aquel preciso instante la ballena y la orca emergieron, miraron a Óliver a los ojos, y le dijeron: «A partir de ahora los tres velaremos porque nunca nadie más vuelva a quitar el tapón».