En la consulta del psicólogo:
—Pues usted dirá, ¿qué le ocurre?
—Verá, últimamente me siento poco querida, nadie se preocupa por mí. Llevo toda mi juventud y vida adulta cuidando de los demás, de mis padres, de mi marido, de mis hijos… Pero siento que nadie me cuida ni me cuidará a mí. En el fondo, tengo la sensación de ser un electrodoméstico más de la casa, como si fuese la lavadora. Y como ya tengo unos años, pues empiezo a funcionar regular, ¿sabe? Un par de veces ha tenido que venir el técnico y me ha cambiado alguna pieza o limpiado por dentro y lista, otra vez a pleno rendimiento. El técnico les dio recomendaciones a mi familia para un mejor funcionamiento: no cargar mucho el tambor, cerrar la puerta con suavidad, lavado de tambor periódico, etc.. Pero todo sigue igual. Hace unos meses estuve bastante regular, no funcionaba del todo bien, lavaba la ropa perfectamente, pero hacía mucho ruido, iba más lenta, vamos, peor. Mi familia se quejaba, pero no hacían nada por solucionarlo. Poco a poco he ido reparándome yo sola y creo que he recuperado el funcionamiento normal, pero me consta que han estado mirando opciones para sustituirme. Ya sabe, en el mercado hay versiones más modernas, más bonitas, con más programas y lucecitas… ¿Qué puedo hacer?
—Lo siento, la sesión ha terminado. Veremos opciones el próximo día. A la salida le cobran. Puede pagar en efectivo, con tarjeta o con detergente. No aceptamos suavizarte; es demasiado viscoso y lo pone todo perdido.