ROSA PAÍNO CRÓNICA Cierra el último canal crítico con el poder
22 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.A televisión independiente de Rusia sufrió ayer un certero golpe mortal. TV-6, el último canal crítico con el poder de Vladimir Putin, finalizó ayer sus emisiones por orden del Ministerio de Prensa, tras perder un batalla jurídico-política. La muerte de TV-6 ha sido el segundo ataque en menos de dos años contra los medios de comunicación no oficiales. El primero en caer fue la cadena NTV, perteneciente al imperio mediático del oligarca Vladimir Gusinski. También TV-6 estaba en manos de otro magnate, Boris Berezovski. Estos hombres de negocios -enriquecidos rápidamente y no siempre legalmente tras la caída de la URSS- amasaron sus fortunas a la sombra de Boris Yeltsin. Aunque sus relaciones con el Kremlin fueron estrechas en los años noventa, sus enfrentamientos con Putin les obligaron a exiliarse para no caer en manos de una justicia dirigida desde el poder. BATALLA JURÍDICO-POLÍTICA. En la medianoche de ayer súbitamente se cortó la señal de la TV-6. En un acto de rebeldía y como mensaje subliminal, la emisora del canal en San Petersburgo incluyó en sus últimas imágenes El lago de los cisnes: el ballet que la televisión soviética empleó en el fallido golpe de Estado del 19 de agosto de 1991. A las siete de la mañana en Moscú (5.00 en España), el canal reanudó las emisiones, pero con programas de un canal deportivo. El cierre se produjo tras una larga disputa mercantil en los tribunales, con unos tintes políticos cuya inspiración se atribuyen al Kremlin. Sin embargo, Putin sigue insistiendo en que él está al margen y que todo es una cuestión de los tribunales. Algo que nadie se cree en Moscú. Incluso ayer algunos políticos consideraron el cierre de TV-6 como una intentona golpista. Los moscovitas también mostraron su descontento por verse privados de una información no oficial. ACOSO A LOS MEDIOS. Cuatro días después de tomar posesión como segundo presidente democrático en la Rusia postsoviética -en una ceremonia celebrada el 7 de mayo del 2000 al más puro estilo zarista-, Vladimir Putin espetó su primer dardo contra los medios de comunicación que osaban criticar su gestión y se negaba a entrar en la esfera impuesta por el poder. Su pretexto era reforzar el poder del Estado, para sacar a Rusia del abismo económico y social. La libertad de prensa estuvo desde entonces herida de muerte. CAÍDA DE MEDIA-MOST. El dardo en cuestión estaba dirigido hacia el grupo Media-Most. El 13 de mayo del 2000, unos doscientos agentes del Servicio Federal de Seguridad (el antiguo KGB) asaltaron los locales del imperio de Gusinski para efectuar un registro. La caída del grupo fue paralela a la persecución de Gusinski, detenido en Moscú el 13 de junio de ese año, luego excarcelado y de vuelta arrestado el 12 de diciembre en su retiro de Sotogrande, en Cádiz, tras una orden de busca y captura tramitada a la Interpol. La Audiencia Nacional de España puso fin al caso el 18 de abril del 2001, al denegar la orden de extradición pedida por Moscú. Cinco días después, Gusinski puso rumbo a Israel, mientras su grupo era desmantelado. El primer medio en caer fue la joya de la corona de Media-Most, la NTV, que pasó a manos del gigante energético Gazprom, controlado por el Estado. A la cadena le siguieron el semanario Itogui y el periódico Sevodnia. GRUPO DE BEREZOVSKI. El cierre de la emisión de la TV-6 estaba prácticamente cantado desde hace meses, ya que el núcleo de los periodistas y personal técnico de NTV se habían refugiado en la cadena de Boris Berezovski, que en varios meses multiplicó su audiencia. El empresario de origen judío, odiado por el Kremlin a pesar de haber ayudado a Putin a llegar al poder, está exiliado y pesa sobre él una orden de busca y captura. La última espina de Putin es Eco de Moscú -el último reducto de Media-Most-. Precisamente, esta emisora de radio ofreció ayer sus micrófonos a los trabajadores de TV-6. Quizás sea el próximo en caer.