Powell y Albright defienden a Bush y a Clinton en la investigación sobre el 11-S

Mercedes Gallego NUEVA YORK

INTERNACIONAL

Ambos presidentes deberían haber usado antes la fuerza contra Al Qaida, según un informe previo El ex presidente ordenó matar a Bin Laden tras los ataques de 1998 en Kenia y Tanzania.

23 mar 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

Los secretarios de Estados y de Defensa de dos gobiernos consecutivos de EE.UU. comparecieron ayer en el Congreso para explicar por qué no pudieron evitar los atentados terroristas del 11-S. La comisión que investiga el asunto está formada por cinco republicanos y cinco demócratas. Madeleine Albright, secretaria de Estado con Bill Clinton, aseguró que desde los atentados contra las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia (1998), Clinton ordenó el asesinato de Osama Bin Laden, pero el millonario saudí siempre lograba escapar. «No lanzábamos misiles sobre los campamentos de entrenamiento de Al Qaida en Afganistán para que apareciera en los periódicos», dijo con un deje de cinismo. Cuando se le preguntó por qué no se acudió a la fuerza militar tras el ataque al destructor Cole en Yemen (2000), explicó que carecían de pruebas definitivas de que la red de Bin Laden estuviese implicada. Desde el principio de su mandato, (2001) el presidente George W. Bush quería destruir a Al Qaida y dejar de «dar palos a ciegas», aseguró el secretario de Estado, Colin Powell. Añadió que Bush «quería una estrategia global contra Al Qaida: diplomática, militar, judicial, financiera y en materia de inteligencia». El jefe de la diplomacia estadounidense admitió que el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz pidió un ataque contra Irak justo después de los atentados del 11-S. La Administración norteamericana enfrenta, entre otras, las acusaciones del ex consejero para la lucha antiterrorista de Bush, Richard Clarke, quien le imputa el haber minimizado el peligro que representaba Al Qaida para concentrarse en Irak. La asesora de Seguridad Nacional, Condoleeza Rice, quien como el presidente Bush se ha negado a testificar en público, lo hizo en privado durante cuatro horas la semana pasada. La Casa Blanca sólo ha prometido una hora del presidente. Quienes no tuvieron problema en dar la cara fueron el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y su predecesor William Cohen, que también testificaron ayer. Rumsfeld aseguró que los ataques del 11-S se habrían realizado aunque Osama Bin Laden hubiera sido capturado o muerto antes, porque «matarlo no habría eliminado el santuario de Al Qaida en Afganistán». La comisión del 11-S tendrá que presentar antes del 26 de julio su informe. En uno preliminar, se asegura que las administraciones Clinton y Bush deberían haber recurrido a la fuerza mucho antes contra Al Qaida en lugar de haberse centrado en la presión diplomática. Añade que el Gobierno de Bush no tomó medidas urgentes para interceptar las conversaciones de los miembros de Al Qaida ni hizo caso de las advertencias sobre Afganistán del jefe de lucha antiterrorista, Richard Clarke, que comparecerá hoy.