Los informadores rusos sufren constantes presiones y amenazas La muerte de Palia Peloyán se une a la de Paul Klebnikov, editor de la edición rusa de «Forbes»
17 jul 2004 . Actualizado a las 07:00 h.Palia Peloyán, redactor de la revista El callejón armenio , se ha convertido en el segundo periodista asesinado en Rusia en poco más de una semana. Su muerte se une a la del director de la edición rusa de la revista Forbes , el norteamericano Boris Berezovsky, que fue tiroteado el pasado 9 de julio. Fuentes policiales revelaron que el cuerpo del periodista fue hallado ayer en el suroeste de uno de los cinturones de carreteras que circunvalan la capital rusa y que presentaba severos traumatismos craneoencefálicos y heridas de arma blanca. El primer vicefiscal de Moscú, Alexandr Krójmal, se ha encargado de la investigación y la Fiscalía moscovita ha abierto un expediente sobre la muerte. Según los primeros datos de la investigación, Peloyán falleció en torno a las dos o las tres de la madrugada a consecuencia de los golpes recibidos en la cabeza y cuchilladas en el pecho. Una profesión peligrosa Ejercer el periodismo en Rusia es difícil y muy peligroso. Los informadores están sometidos a continuas amenazas de los grupos de poder que, a veces, terminan en asesinato. El 12 de julio, el IPI (Instituto Internacional de la Prensa) expresó su preocupación por la «impunidad» de los ataques a la prensa en Rusia y denunció que el asesinato de Klebnikov coincidía con «un incremento de las restricciones a la libertad de los medios de comunicación» en este país. Los nombres de Klebnikov y Peloyán se unen a la larga lista de informadores asesinados en Rusia en los últimos tiempos. En el 2003 mataron a tres y otros ocho murieron en el 2002. Klebnikov se caracterizó a lo largo de su carrera por sus numerosas denuncias contra la corrupción en Rusia y por sus trabajos sobre algunos de los oligarcas rusos más poderosos. Entre estos trabajos destaca un libro publicado en el 2001 en el que critica al oligarca Boris Berezovsky acusándole de corrupción y de girar enormes sumas de dinero fuera de Rusia. Berezovsky, que actualmente es requerido por las autoridades rusas por fraude, declaró tras el crimen que Klebnikov mentía mucho, lo que pudo haber molestado a alguien.