El régimen de Zimbabue ratificó ayer que seguirá adelante con la segunda vuelta de las presidenciales del viernes sin tener en cuenta el llamamiento de la ONU a anular esas elecciones ni la retirada del líder opositor, Morgan Tsvangirai.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y varios dirigentes, entre ellos George W. Bush, exigieron ayer aplazar la votación, después de que el Consejo de Seguridad de la ONU se pronunciara por primera vez sobre la delicada situación de Zimbabue, pidiendo que no se celebre la segunda vuelta electoral al no darse las condiciones para ello.
Los 15 miembros del Consejo aprobaron ayer de madrugada por unanimidad una declaración no vinculante -paso previo a una resolución- en la que condenaron la violencia e intimidación contra la oposición zimbabuense. El texto fue objeto de varias revisiones para suavizarlo, por la presión de Sudáfrica, China y Rusia, que desde el inicio de esta crisis se mostraron reacios a llevar el tema al Consejo. El original que hizo circular horas antes EE.??UU. mencionaba expresamente al presidente Robert Mugabe como culpable de la situación y respaldaba el resultado de la primera vuelta celebrada en marzo, que Tsvangirai dijo haber ganado. Finalmente, el texto aprobado señala que hay que respetar el resultado oficial de aquella primera vuelta.
«Los países occidentales pueden gritar todo lo que quieran, las elecciones seguirán adelante. Aquellos que quieran reconocer nuestra legitimidad pueden hacerlo, quienes no quieran, pues que no lo hagan», dijo ayer Robert Mugabe durante un mitin de su partido, la ZANU-PF.
Planes de Londres
El Ministerio de Defensa británico tiene diseñados dos planes de urgencia en Zimbabue. Uno sería una intervención militar, con el despliegue de tropas en la ex colonia británica, para poner fin a una posible crisis humanitaria, y el otro, la evacuación de los británicos.
El primer ministro británico, Gordon Brown, lleva meses criticando al régimen de Mugabe por su falta de justicia y democracia. A su vez, Mugabe ha criticado, e incluso insultado, a Brown por lo que él cree que es una interferencia de la ex metrópoli en los asuntos internos de Zimbabue. Por este motivo, no sorprende que Defensa pidiera hace unas semanas al Ejército que diseñara un plan de intervención si la situación desembocaba en una crisis humanitaria. El que fuera enviado internacional a la región, lord Ashdown, advirtió ayer de la posibilidad de un genocidio en Zimbabue, ante lo que se impondría la intervención militar internacional, en la que el Reino Unido, por su pasado colonial, no se tuviera que ver obligado a liderar.
Los planes británicos se basan sin embargo en que un país vecino de Zimbabue permita la concentración de tropas y de transporte aéreo, algo que en el clima actual de las relaciones del Reino Unido en África parece más que difícil, imposible.