Zimbabue votó ayer en unas elecciones presidenciales en las que Robert Mugabe tiene el triunfo asegurado como único candidato tras la retirada del líder de la oposición, Morgan Tsvangirai, quien llamó a la comunidad internacional a rechazar los resultados de estas elecciones que son «una farsa» y niegan la voluntad del pueblo. Sus deseos se están cumpliendo y ayer el Grupo de los Ocho y la Unión Europea se unieron a los que ya anunciaron que rechazarán los resultados electorales, entre ellos la ONU.
La Unión Europea considera que las presidenciales zimbabuenses «no son legítimas ni válidas» y que sus resultados «estarán desprovistos de valor». Los ministros de Exteriores del G-8 anunciaron que no reconocerán la legitimidad de un Gobierno en Zimbabue que «no refleje la voluntad del pueblo». «Lamentamos las acciones de las autoridades zimbabuenses -violencia sistemática, obstrucción e intimidación- que hicieron imposibles unas elecciones presidenciales libres y justas», señalaron los ocho jefes de la diplomacia de los países más industrializados del mundo reunidos en Kioto (Japón).
Además, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, dijo que EE.?UU. consultará al Consejo de Seguridad de la ONU para considerar nuevas sanciones ante unas presidenciales «ilegítimas».
Robert Mugabe, de 84 años, votó en un elegante barrio de Harare. «Me siento en plena forma y soy muy optimista», declaró el mandatario, en el poder desde que Zimbabue se independizó de Gran Bretaña, en 1980. Llegó al colegio electoral acompañado, según su costumbre, por un largo convoy de vehículos oficiales de ventanillas opacas, acompañado por su esposa Grace, de 44 años, y dos de sus hijos.
Control de votantes
Una baja participación de votantes y el acoso a la población por parte del régimen, caracterizaron la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
En todo el país, los militares estuvieron en alerta, mientras grupos de militantes de la gubernamental Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF) recorrieron las calles de Harare, acosaron a los transeúntes para que acudan a votar y controlaron las manchas de tinta en los dedos de los votantes. Quien no la tenía, caía bajo sospecha de ser un opositor.
En algunas zonas del país los funcionarios inspeccionaban las papeletas antes de que los votantes las introdujeran en las urnas. «No había escapatoria. Tuve que votar por Mugabe», dijo bajo anonimato un activista del partido opositor MDC.
Poco antes de que abrieran los colegios electorales, Tsvangirai hizo un llamamiento al boicot de las elecciones, aunque puntualizó que la gente debe votar si sienten que sus vidas corren peligro.
«Esto es una farsa organizada por una dictadura que trata desesperadamente de legitimarse, pero puedo asegurarles que no hay nada legítimo en estas elecciones», dijo el opositor durante una conferencia de prensa en su casa de Harare.
Tsvangirai calificó la jornada de «día de humillación y vergüenza» para el país.