El penúltimo golpe mortal a los impulsores de una gran Serbia convertida en un puzle de siete Estados
INTERNACIONAL
La caída de Radovan Karadzic representa un durísimo golpe para los impulsores de la gran Serbia, que lo consideran un héroe nacional y que justifican sus crímenes porque, aseguran, responden a la defensa de sus derechos históricos. Pero la gran Serbia es hoy una utopía inalcanzable, ya que las guerras de los Balcanes han dejado a Yugoslavia convertida en un puzle de siete pequeños Estados. Curiosamente, la mayoría aspiran a unirse de nuevo, aunque esta vez de una forma bien diferente y bajo la bandera de la Unión Europea.
Eslovenia
Fue el primer territorio que se escindió de Yugoslavia declarando su independencia en 1991, y apenas sufrió diez días de guerra. Forma parte de la UE desde el 2004 y la presidió el pasado semestre.
Croacia
Se declaró independiente después de Eslovenia, pero sufrió mucho más la guerra, de la que no se libró hasta 1998. Solicitó su ingreso en la Unión Europea en el 2003, y con toda probabilidad será el próximo nuevo socio, aunque la falta de acuerdo sobre el Tratado de Lisboa pone en peligro la fecha prevista para su incorporación, en el 2009.
Montenegro
Fue el penúltimo país en declarar su independencia de Serbia, opción que sus ciudadanos votaron por escasa mayoría (55%) en el referendo del 2006.
Bosnia
Fue el territorio peor tratado por la guerra, que libró contra croatas y serbios en el exterior y contra los serbosnios del interior liderados por Mladic y Karadzic, tras anunciar que se separaba de Yugoslavia en 1992.
Kosovo
Siempre fue parte de Serbia y no era una entidad autónoma de la federación yugoslava. Pero está habitada por población de origen albanés, que en febrero pasado se proclamó independiente. Su régimen político está tutelado por la UE.
Macedonia
Se independizó en 1991 y solicitó su ingreso en la UE en el 2004. En el 2005 logró el estatus de candidato oficial.
Serbia
La perdedora de las guerras balcánicas es hoy un país próspero, pero dividido entre quienes sueñan aún con la gran Serbia y quienes, de modo más pragmático, reniegan de personajes como Karadzic y opinan que el futuro está dentro de la UE.