El presidente electo de Estados Unidos baraja la posibilidad de incluir a algún republicano en su gobierno.
17 nov 2008 . Actualizado a las 22:18 h.El presidente electo de EEUU, Barack Obama, se reunió hoy en Chicago con su ex rival republicano John McCain con quien abordó fórmulas para cooperar en la construcción de un mejor gobierno, informó el equipo del líder demócrata.
Los dos lucieron sus mejores sonrisas durante una breve sesión fotográfica en la sede de la Oficina de Transición de Obama en Chicago.
La imagen contrasta con algunos de los momentos más memorables de la batalla electoral por la Casa Blanca entre Obama y McCain, como el primero de los tres debates entre ambos, en el que el republicano no miró a su contrincante ni una sola vez a los ojos o, peor aún, el tercero, cuando se refirió a Obama con un despectivo «ese».
Pero los otrora rivales parecen dispuestos a enterrar el hacha de guerra.
El encuentro, el primero tras la victoria de Obama en las presidenciales del 4 de noviembre, parece demostrar, además, la disposición del próximo presidente de EEUU a trabajar con amigos y enemigos.
Puede que Obama, un ávido lector, haya decidido aplicar la máxima de Mario Puzo, autor de El Padrino, quien creía que es necesario «mantener a los amigos cerca y a los enemigos aún más cerca».
Ayer mismo, sin ir más lejos, reconoció, durante una entrevista con el canal de televisión CBS, que últimamente ha pasado tiempo leyendo al presidente Abraham Lincoln (1861-1865), famoso por haber incluido a muchos de sus enemigos políticos en el gobierno.
«¿Es algo que usted considere (incluir a rivales en su gobierno)?», le preguntó el entrevistador.
A lo que Obama respondió con un misterioso: «Creo que era un hombre muy sabio».
Republicanos en el Gobierno
Pese a esa evasiva respuesta, Obama sí ha adelantado que incluirá a algún republicano en su gobierno y se ha comprometido a trabajar para poner fin a las luchas partidistas que han empantanado muchos proyectos en Washington.
McCain es una importante pieza para materializar esa estrategia, al tener un largo historial de cooperación bipartidista en temas que Obama quiere impulsar durante su presidencia como el cambio climático o la reforma migratoria.
Con ambas cámaras del Congreso dominadas por los demócratas, Obama no necesitará cortejar a los republicanos para la aprobación de asuntos menores.
Distinta será la cosa cuando busque la luz verde del legislativo para la reforma del sistema sanitario o la lucha contra el calentamiento del planeta.
A falta de que todavía se aclaren algunas contiendas, los demócratas tienen al menos 55 de los 100 asientos en el Senado, pero no han logrado alcanzar el número mágico de 60.
Ese número impide el filibusterismo, subterfugio parlamentario para prolongar debates e impedir votaciones al que recurre el partido en minoría.
Eso explica el que Obama tienda la mano a senadores como McCain y el independiente Joe Lieberman, ambos defensores de leyes que limiten las emisiones de gases invernadero.
Colaboración
McCain también colaboró con varios senadores demócratas en el desarrollo de un proyecto de ley para mejorar la eficiencia automovilística, otra idea que respalda Obama.
McCain perdió parte de la reputación de político independiente dispuesto a trabajar con los demócratas que le precedía tras su giro a la derecha durante la campaña electoral, pero, perdida la guerra por la Casa Blanca, podría volver a sus orígenes.
«Necesitamos al viejo John McCain en el Senado ahora mismo. No hay ningún otro republicano con el mismo poder de persuasión» para lograr consenso entre los dos bandos, dijo el senador demócrata por Nueva York Charles Schumer en declaraciones que recoge hoy el diario The Wall Street Journal.
El encuentro de hoy carece, por lo demás, de precedentes en la historia política moderna estadounidense.
El demócrata John Kerry, por ejemplo, no se reunió con el ahora inquilino de la Casa Blanca George W. Bush, frente a quien perdió en noviembre del 2004, hasta marzo del 2005.
Y Al Gore sólo se reunió durante unos breves instantes con Bush en diciembre del 2001, más de un año después de perder las elecciones presidenciales del 2000.