El terror se apodera de Alemania

Enrique Müller

INTERNACIONAL

El país se ha blindado ante un posible atentado terrorista, que ha desatado la histeria colectiva entre los ciudadanos germanos.

19 nov 2010 . Actualizado a las 23:20 h.

Desde el miércoles pasado, las dos entradas de la moderna estación central de ferrocarriles de Berlín, están custodiadas por policías protegidos con chalecos antibala. Su sola presencia infunde temor en los ciudadanos por las armas automáticas que portan. El histórico y emblemático Reichstag, el edificio que alberga al Parlamento federal está protegido por una valla de seguridad y todos los ministerios, algunos monumentos y hoteles de lujo están custodiados por elementos de seguridad.

Ese día, el ministro del Interior, Thomas de Màizere, dijo que el país estaba expuesto a «inminentes ataques terroristas». «Hay razones para estar preocupados, pero no para la histeria», señaló al pedir serenidad y calma a la nación, una petición que rápidamente cayó en el olvido a causa de las medidas de seguridad que se han adoptado y que amenazan con convertir al país en una fortaleza policial.

La amenaza de un ataque terrorista que flota sobre Berlín ya ha comenzado a cambiar las costumbres de la población. La gente evita, cuando puede, viajar en el metro y los alumnos de los institutos de enseñanza media se preparan para quedarse en casa el lunes y, posiblemente, toda la semana. Ese día, según las informaciones oficiales, podrían comenzar los ataques terroristas. El peligro también puede despertar los viejos demonios y convertir la ciudad en un nido de delatores, como ocurrió durante la dictadura nazi, si la población sigue el consejo que les dio el responsable de Interior de Berlín. En una entrevista con la estación de televisión local, Erhart Körting pidió a los berlineses que delataran a la gente extraña que hablara en árabe.

«No hay motivo para la histeria, pero si de pronto aparecen tres o más personas extrañas en el vecindario que hablan árabe, hay que avisar a las autoridades», dijo el político socialdemócrata. El consejo del ministro berlinés fue duramente criticado por la comunidad turca de la capital, pero la idea sugerida por el político envenenó un poco más la convivencia en la capital germana y marcó un peligroso preámbulo de lo que puede pasar en la ciudad y en el país si efectivamente se llevan a cabo uno o varios ataques terroristas en Alemania.

30.000 policías

Más de 30.000 agentes han sido movilizados en todo el país para vigilar aeropuertos estaciones de ferrocarril, puertos, edificios públicos, embajadas y puestos fronterizos. La alerta no tiene fecha de caducidad y las autoridades han ordenado cancelar las vacaciones del cuerpo de Policía, una medida destinada a proteger los mercadillos de Navidad que funcionan durante todo el mes de diciembre.

«La policía se enfrenta a su mayor desafío desde el fin de la Segunda Guerra Mundial», admitió Reiner Wendt, presidente del sindicato de Policía, mientras que su colega, Matthias Seger, jefe de la Policía Federal, admitió que la amenaza terrorista es ahora mayor que nunca. «Todas las fuerzas de seguridad están de acuerdo en esto, porque hay indicios concretos de un ataque», señaló Seger al periódico Bild.

La histeria colectiva que está contaminando al país aumentó en intensidad el jueves pasado, cuando los medios informaron sobre el descubrimiento de un supuesto paquete bomba interceptado en Namibia y que debía ser enviado a Múnich en un avión de Air Berlin con 256 pasajeros a bordo. El paquete no contenía material explosivo, sino que era un cebo fabricado en Estados Unidos para el control de funcionamiento de los sistemas de alarma. El mecanismo estaba formado por un cable, un detonador, una batería y un reloj.