El presidente Simon Peres, el Gobierno y la oposición apoyaron la marcha contra la segregación de las mujeres
28 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Miles de israelíes se manifestaron ayer en Bet Shemesh, ciudad al suroeste de Jerusalén, contra la exclusión de las mujeres tras los recientes agresiones contra ellas por parte de la comunidad ultraortodoxa. Horas antes, el propio presidente de Israel, Simón Peres, instó a los israelíes a acudir a esa manifestación.
Convocada bajo el lema «Venimos a dispersar la oscuridad», según una máxima de la fiesta judía de Janucá que concluye hoy, miles de mujeres y hombres se concentraron en una céntrica explanada de esa ciudad para demandar justicia y que las autoridades hagan cumplir la ley.
«Hay un profundo cambio que no hemos visto, y que comienza por colegios en los que enseñan [gente] que piensa que las mujeres no valen y que creen que pueden quemar mezquitas», dijo en el acto la jefa de la oposición y líder del Kadima, Tzipi Livni, al denunciar recientes actos de discriminación sexual, étnica y religiosa. En el acto participaron políticas de distintas formaciones, entre ellas la ministra de Cultura, Limor Livnat, del Likud, y la jefa del Partido Laborista, Sheli Yejimovich.
Poco antes de la convocatoria, el primer ministro Benjamín Netanyahu se sumó a las críticas y aseguró en un discurso que «la exclusión de la mujer de los espacios públicos contradice el espíritu del judaísmo y los principios democráticos sobre los que fue fundado el Estado de Israel». «He pedido a todos los organismos que pongan fin a este fenómeno y que lleven ante la justicia a todos los que difamen y ataquen a las mujeres», afirmó.
Bet Shemesh, un símbolo
Bet Shemesh, de unos 80.000 habitantes, se ha convertido en el símbolo de la lucha contra la discriminación porque su creciente población ultraortodoxa ha impuesto en los últimos años unas normas de conducta que incluyen la separación de sexos en colegios, calles y centros públicos. «No puede ser que día tras día tenga que planificar el recorrido que voy a seguir por la calle para no encontrarme a los negros [ultraortodoxos, por el color de sus ropas]», denunció Rajel Sanker, de 52 años, una de las vecinas que fue agredida por no vestir de «forma modesta». También estuvo la joven Tania Rozenblit, que se negó a cambiarse de sitio en un autobús público porque varios ultraortodoxos le exigieron sentarse en la parte de atrás. El caso más reciente de acoso en Beit Shemesh lo sufrió una niña de ocho años y familia religiosa a la que un ultraortodoxo escupió por considerar que no iba vestida con recato.