Preferimos los rumores

Miguel A. Murado ANÁLISIS

INTERNACIONAL

29 ene 2012 . Actualizado a las 06:01 h.

¿Alguien se acuerda de los mercenarios africanos del coronel Gadafi? El año pasado, durante semanas, meses, los medios hablaban insistentemente de la presencia de un gran número de mercenarios contratados por el régimen libio para aplastar las manifestaciones de la oposición.

La Fiscalía del Tribunal Penal Internacional abrió una investigación y dio credibilidad a las acusaciones.

Pero, cuando los periodistas y los activistas de derechos humanos pidieron que les mostrasen a estos combatientes extranjeros, todo lo que los rebeldes pudieron enseñarles fue a un puñado de inmigrantes africanos aterrorizados y maltratados que no habían empuñado un arma en su vida. Hoy ya se acepta sin problemas que era un bulo.

Ahora la oposición siria dice que el país está lleno de francotiradores iraníes que disparan a placer sobre los civiles, aunque nadie haya visto a ninguno. Curiosamente, durante las protestas en Irán, la oposición creía que quienes les pegaban eran sirios aliados del régimen. Es una leyenda urbana habitual en las guerras civiles. A la gente le resulta imposible imaginar que sus compatriotas no compartan sus ideas y apoyen al régimen o lo ataquen, según los casos.

Los mercenarios africanos de Gadafi no existían. Tampoco el reparto de Viagra y la orden sistemática de violar (no han aparecido pruebas). Otros crímenes, numerosos, sí. Pero, curiosamente, fueron esas dos únicas falsedades las que impulsaron al mundo a actuar.

Por eso vuelven a resurgir ahora en Siria, como un intento desesperado de algunos opositores de provocar una intervención armada internacional. Por alguna razón, la verdad, por horrible que sea, nos sobrecoge menos que nuestras fantasías.