Mito y realidad de un sindicato que no cuaja

leoncio gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

30 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

¿Les pasó lo mismo que cuando hubo que reemplazar a Strauss-Kahn en el FMI y no fueron capaces de ponerse de acuerdo en un candidato propio para el Banco Mundial? ¿Han pospuesto el intento de desafiar el orden de Bretton Woods creando un Banco de Desarrollo a su medida? La cumbre de los BRICS en Nueva Delhi da argumentos a los escépticos que sostienen que el grupo es una cáscara de márketing, y que sus miembros no quieren o no pueden ir más allá de la retórica sobre su deseo de ser tenidos en cuenta.

Los también conocidos como R-5, porque esta es la letra con que empiezan sus monedas (real, rublo, rupia, renminbi y rand), tienen serios problemas de cohesión que les impiden cuajar como un actor internacional temible. No nacen de una ideología común, tienen regímenes opuestos y carecen de intereses convergentes si se exceptúa la pretensión compartida de mejorar su posición en el tablero mundial a costa de reducir la de EE.?UU. y la de la UE. La crisis en los países ricos acentuó, por lo demás, su condición de competidores entre sí. Sacó a relucir contradicciones insalvables y una menguante solidaridad interna, ya que ningún socio del club renuncia a la bilateralidad con las potencias que dicen querer desbancar si ello se traduce en ventajas sobre los demás.

Las discrepancias son comerciales, como puso de manifiesto la cruzada de Brasil para exigir a Pekín una revaluación del renminbi menos lesiva para sus exportaciones, pero también estratégicas: la India y China se vigilan a propósito del Tibet y Nueva Delhi observa con desconfianza los crecientes lazos de cooperación que mantienen los chinos con Pakistán. Persisten recelos históricos, como prueba el que durante la campaña electoral Putin esgrimiera como argumento que China invadiría Siberia si perdía los comicios, pero también prevenciones sobre el futuro: la aspiración india de tener un asiento propio en el Consejo de Seguridad choca con la pretensión china de ser la única potencia asiática con poder de veto.

Todo ello deja al descubierto la doble naturaleza del grupo. Sus miembros ocupan la cuarta parte de la superficie terrestre, reúnen el 43 % de la población mundial, poseen el 25 % del PIB del planeta y, si se agrega, el crecimiento que han experimentado desde el 2001 equivale a la suma de otro Japón y una nueva Alemania juntos. Todo ese potencial económico carece de traducción en el plano político y diplomático por la incapacidad para forjar una posición conjunta. Mientras siga siendo así, dará fotos impactantes pero cambiará muy poco y muy lentamente el dibujo.