Los excelentes resultados del Frente Nacional lo dejan todo abierto ante la segunda vuelta. Hollande ha ganado, pero su ventaja no es excesiva, aunque cuenta con una valiosa baza de la que carece Nicolas Sarkozy: el apoyo incondicional del conjunto de la izquierda.
El aspirante socialista ha dejado claro estos días que no habrá negociación alguna entre las dos vueltas. No la necesita. La izquierda que en la cita electoral de ayer votó a Jean-Luc Mélenchon lo apoyará en bloque y sin condiciones porque comparten el objetivo prioritario de desalojar a Sarkozy del palacio del Elíseo. Con él estarán también los ecologistas, que han pactado por adelantado de cara a las elecciones legislativas, que se celebrarán a primeros de junio.
Sarkozy no tiene mucho donde elegir. Los seis puntos que ha perdido en votos con respecto al 2007 se los ha robado Marine Le Pen, y deberá pescar en aguas de la extrema derecha si quiere recuperarlos el 6 de mayo. En las múltiples encuestas de estas últimas semanas, más de la mitad de los potenciales electores del Frente Nacional rechazaban de plano un apoyo al presidente saliente.
Tendrá que elegir entre atraerse a dos segmentos incompatibles del electorado. Los centristas que apoyaron a Bayrou rechazan frontalmente los planteamientos extremistas de la ultraderecha.
En el 2007 fue un debate televisado el que decantó al electorado moderado a favor de Sarkozy, que consiguió que Ségolène Royal perdiera los nervios en directo. El de este año está fijado para el 2 de mayo.