Isabel II sella la paz con una visita a Irlanda del Norte

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La reina tendrá hoy un cara a cara con Martin McGuinness, antiguo comandante del IRA y número dos del Sinn Féin

27 jun 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La reina Isabel II de Inglaterra inició ayer un viaje de dos días a Irlanda del Norte para celebrar sus 60 años en el trono y asegurar los avances logrados en el proceso de reconciliación en la provincia británica desde su última visita, hace ya una década. La monarca podrá comprobar sobre el terreno que la región cambia al ritmo de su proceso de paz, hasta el punto de que se reunirá hoy en Belfast con el viceministro principal norirlandés, el dirigente republicano Martin McGuinness.

Será un cara a cara, con apretón de manos incluido, entre la soberana, responsable de las Fuerzas Armadas del Reino Unido como jefa de Estado, y el que fuera comandante del Ejército Republicano Irlandés (IRA) durante gran parte del conflicto en la provincia. Con ese gesto histórico, ambos reconocerán el sufrimiento infligido a través de las armas, pero escenificarán también una reconciliación «sin precedentes» en el mundo, según destacó McGuinness, número dos del Sinn Féin, el antiguo brazo político del IRA.

Este es el nuevo clima de entendimiento que se ha querido mostrar a Isabel II a su llegada a la localidad de Enniskillen, al suroeste del Ulster, donde, no obstante, aún están frescas en la memoria las atrocidades del pasado. El escenario fue la catedral protestante de Saint Macartin, muy próxima al escenario de uno de los atentados más sangrientos perpetrados por el IRA, que acabó con la vida de once personas en 1987.

Con un abrigo, vestido y sombrero de color azul celeste, Isabel II compartió un oficio religioso con los máximos representantes de la iglesia católica y protestante, así como una representación de su clase política, encabezada por el ministro principal, Peter Robinson. Sonaron himnos religiosos e, incluso, una de las baladas irlandesas más conocidas, Danny Boy, un guiño a la comunidad católica al que también respondió la soberana luciendo un broche de diamantes con la forma de un trébol, uno de los símbolos de la isla.