Vinculado al mundo musulmán desde muy joven como voluntario en Marruecos, fue clave en la caída del régimen
13 sep 2012 . Actualizado a las 23:52 h.John Christopher Stevens, un californiano de 52 años, se encontró con el norte de África hace muchos años y fue allí donde el martes encontró la muerte, tras ser durante un año el interlocutor clave de EE.UU. en la revuelta contra Gadafi.
En 1983, un año después de terminar sus estudios de Derecho en la Universidad de Berkeley, se marchó a Marruecos con los cuerpos de paz de EE.UU., voluntarios dedicados a la educación y la reconstrucción en el Tercer Mundo. En las montañas del Atlas, pasó dos años como profesor de inglés. Y allí, contaba Stevens, se había enamorado del norte de África y de los países musulmanes.
Aunque hubo de pasar un tiempo hasta que volviera a retomar esa pasión para convertirla en profesión. Antes trabajó como abogado en Washington. Pero en 1991 entró en el Departamento de Estado. Todos sus destinos, desde entonces, estuvieron relacionados con países musulmanes.
Trayectoria árabe
Como diplomático, Stevens, que hablaba árabe y francés, estuvo destinado en las embajadas de Jerusalén, Damasco, El Cairo, Riad y Trípoli. En esta última ocupó el cargo de jefe adjunto de la misión entre el 2007 y el 2009 cuando Washington reanudó sus relaciones con el régimen de Gadafi. Le llegó la gran oportunidad en marzo del 2011 al ser nombrado enviado especial de EE.UU. para los contactos con el Consejo de Transición libio. Con esa misión llegó a Bengasi, y en este epicentro de la revuelta contra Gadafi fue el principal interlocutor entre los rebeldes y EE.UU. La dedicación y el apoyo de Stevens a la revolución libia se considera una de las claves para el éxito de la intervención de la OTAN que ayudó a derrocar al dictador. Se consideraba «feliz de haber participado en esta época increíble de esperanza y cambio para Libia». «Me emocioné al ver al pueblo libio levantarse y reclamar sus derechos», recordaba el pasado mayo en su toma de posesión como embajador en aquel país.
Chris Stevens conocía muy bien el país en el que servía como embajador. Era un admirador de su cultura, de su historia, de su gastronomía y de su gente. Cuando ayer el presidente Obama comunicó oficialmente la muerte del embajador en Bengasi recordó precisamente el apoyo de Stevens a la transición libia: «Su legado permanecerá en cualquier lugar en el que un ser humano luche por la libertad y la justicia», dijo.
Chris Stevens un embajador fascinado por el norte de áfrica