
El Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) olvidó ayer por un día los sondeos, que le conceden tan solo un 24 % de la intención de voto de cara a las próximas generales y festejó sus 150 años de historia. Los oradores, con François Hollande a la cabeza, hablaron de los logros socialdemócratas desde que el 23 de mayo de 1863 el periodista Ferdinand Lasalle fundara la Asociación General de Trabajadores Alemanes (ADAV), precursora del SPD, en Leipzig. Incluso Angela Merkel, de la opositora CDU, fue invitada para felicitar al partido más viejo de Europa.
Unos 1600 invitados de todo el mundo, entre ellos Pérez Rubalcaba, asistieron a un acto carente de autocrítica, en la famosa sala de conciertos Gewandshaus.
Mientras que el presidente alemán, Joachim Gauck, se explayaba en que el «SPD apostó por reformas, antes que revoluciones», empezando por educación y derechos para todos los trabajadores, Hollande destacaba la amistad franco-alemana como pilar fundamental para la paz en Europa. Ambos animaron a sus simpatizantes a «no avergonzarse» del pasado, y destacaron la Agenda 2010 de Gerhard Schröder como «una decisión responsable», que tantas deserciones provocó en el partido.
El SPD tiene un largo historial de éxitos, pero hoy día es un partido de centro, que compite por los mismos electores y con los mismos temas que otros partidos. Incluso la demanda de un salario mínimo interprofesional o la introducción de un impuesto para los ingresos más altos ya no son propuestas exclusivas de la izquierda. En las elecciones del 2009 cosecharon el peor resultado de su historia (23 %). En la fiesta popular, el candidato a la cancillería, Peer Steinbrück, se animó a decir unas palabras. «Mi deseo es que el SPD gane las elecciones el 22 de septiembre». Poco más pudo decir ayer en este acto de estado (que no electoral), que sin duda ha dado un nuevo impulso a los socialdemócratas, pero que difícilmente perdurará los próximos cuatro meses.