La epopeya por la libertad de Nelson Mandela ha inspirado a millones de personas en todo el mundo y dejará para la posteridad numerosos libros, películas, canciones y obras de arte de todo tipo.
Artistas de todas las disciplinas se han visto atraídos por la historia y la personalidad excepcionales del premio Nobel de la Paz en 1993.
El cine documental se ha acercado a la vida de Mandela desde todos los ángulos posibles, pero ha sido una película comercial la que ha retratado con más éxito una parte de la vida del héroe.
Dirigida por Clint Eastwood, Invictus (2009) recrea el momento más simbólico del éxito de la transición sudafricana.
En 1995, un año después del desmantelamiento del régimen racista del «apartheid» y de la elección de Mandela como primer presidente negro del país, Sudáfrica albergaba la Copa del Mundo de rugby, deporte de los blancos por excelencia.
La cinta narra el empeño de Mandela (a quien encarna Morgan Freeman) por implicar a la mayoría negra en el apoyo a un equipo de blancos y, hasta entonces, para blancos.
Unida por primera vez por encima de las diferencias raciales, Sudáfrica asiste eufórica al triunfo de su selección de rugby en el Mundial.
La película, que logró dos nominaciones para los Óscar y numerosos premios, está inspirada en el libro del periodista hispano-británico John Carlin El factor humano.
Una perspectiva más amplia de la vida de Mandela adopta El largo camino hacia la libertad, estrenada en el 2013 y dirigida por Justin Chadwick, y en la que el actor británico Idris Elba interpreta el papel del Mandela adulto.
Basada en la autobiografía de Mandela del mismo nombre, la película recrea aspectos menos conocidos de la vida del mito, desde su infancia en la Sudáfrica rural y sus años en la lucha armada contra el «apartheid» a su paso por la cárcel y la forja entre rejas del líder nacional que cautivaría al mundo.
Imágenes y esculturas repartidas por todo el mundo
Además de las obras que el cine ha dedicado al famoso Nóbel de la Paz, numerosos artistas han esculpido estatuas que honran en todo el mundo a Mandela, cuya lucha por la igualdad racial ha sido llevada también al teatro en varias ocasiones.
Una de las estatuas más emblemática se alza en la Plaza de Nelson Mandela en Johannesburgo, en pleno centro financiero, presidida por una imponente figura del héroe en bronce de seis metros de altura.
No menos evocadora es la imagen de otros seis metros que en mayo del 2013 se erigió en el centro de Johannesburgo, frente al edificio que albergó el bufete de abogados de Mandela, el primero propiedad de negros en la Sudáfrica segregacionista.
La obra le representa boxeando y está inspirada en una mítica imagen de su juventud, tomada en los 50 por el fotógrafo Robert Gosani.
Un profundo homenaje a base de míticas sintonías
Pero quizá haya sido la música la que ha reflejado la inspiración del expresidente de una manera más fructífera.
Desde aquel inolvidable Free Nelson Mandela («Liberen a Nelson Mandela») que en los años ochenta cantaban The Special AKA al emotivo Asimbonanga («No lo hemos visto») con que el blanco sudafricano Johnny Clegg homenajeaba en zulú e inglés al entonces líder preso, multitud de músicos han cantado al premio Nobel.
Si Free Nelson Mandela transmitía desde el Reino Unido el optimismo festivo con el que la industria musical apoyó la lucha de Mandela, Asimbonanga, que costó a Clegg varias detenciones bajo el «apartheid», es un recuerdo profundo e introspectivo del activista encarcelado y de sus compañeros de lucha.
También ha quedado grabado en la memoria de mucha gente el concierto de tributo a Madiba -como se conoce a Mandela en su país- que músicos como Tracy Chapman, George Michael o Eric Clapton ofrecieron en 1988 en el estadio de Wembley (Londres).
Pese a la represión del sistema segregacionista, el jazzista sudafricano Hugh Masekela exigió en 1987 el fin del encarcelamiento de Madiba, que cumplía entonces 24 años entre rejas.
«Quiero verle caminando / por las calles de Sudáfrica / ¡mañana!», rezan los versos de su canción Bring back Nelson Mandela («Devolved a Nelson Mandela»).
Tres años después, con Mandela caminando libre por las calles de Johannesburgo, la fallecida «reina del afropop» Brenda Fassie celebraba su liberación con su My black president.
«Ahora en 1990 / el presidente del pueblo / sale de la cárcel / levanta las manos y dice / viva, viva mi pueblo», dice el éxito de Fassie.
La luna de miel entre Madiba y la escena musical continuó cuando los años de lucha dieron paso a la libertad y a las responsabilidades institucionales.
De esa última etapa, destacan los famosos conciertos a favor de la lucha contra el sida bautizados como «46664», en referencia al número de presidiario de Mandela (466) y su primer año de encarcelamiento (1964).
Grupos como U2, las Spice Girls o los Rolling Stones y estrellas como Annie Lennox o Whitney Houston cantaron para él en diversos actos de homenaje, a menudo con su presencia.
El mismo Mandela tuvo asimismo su vena artística y mató el tiempo en la cárcel de Robben Island, donde pasó recluido 18 años, trazando dibujos a carboncillo de su celda.
La literatura también le ayudó a soportar la cautividad en Robben Island, donde le hicieron llegar, de forma clandestina, un volumen de las obras completas de Shakespeare.
En sus memorias, Mandela dejó marcada una frase atribuida a Julio César: «Los cobardes mueren muchas veces antes de su muerte/Los valientes sólo mueren una vez...».